Thursday, April 19, 2007

Geometrías: Entre otras cosas...

(Quizá lo importante,quizá no.No obstante y mientras "completo" todo lo que espero ser.Siempre vas a tener miles)




Yo, soy el motor que te hará seguir

La autopista que te llevará de regreso a casa.

Yo, soy la luz que brillará en la calle

Cuando sales del bar a oscuras

Ardiendo en cada esquina de luna.


Yo, soy el sol amaneciendo

Brillando salvaje cuando busques el norte.

Yo, soy el nuevo cielo de esta noche

Colgando estrellas cuando te escondes

Dividiendo el día de la noche.


Yo, soy tu garita cuando pernoctes

La bala que viaja a través de tu tiempo.

Yo, soy el infinito de tu nada

La suma de todas tus miradas

Cuando el miedo paraliza tus zancadas.


Yo, soy el poeta que pone pasión

Quitándole a tus filósofos la razón.

Yo, soy la sed que no matas en cantinas

Los besos que reparten las esquinas

Poniendo gratitud a alevosía.


Yo, soy la esquiva inspiración

Cuando no lleve tu letra una canción.

Yo, soy la mezcla en poción

Ardiendo al tragarla en tu interior

Resolviendo cada crucigrama del corazón.


Yo, soy el enemigo a ultranza

Asesino de todo lo que te daña.

Yo, soy cárcel de tu tristeza

Caja para llevar las mercancías

Que no te dejen dormir tranquila.


Yo, soy el fuego incontrolado

Prendiendo los leños mojados.

Yo, soy el número al que acudir

Si la vida un día se accidenta

La frontera si te da por huir.


Yo, soy la piel en latido

Sudando los sin sentidos.

Yo, soy el oeste sin fin

Sillón preparado a conciencia

A recibir el sur de tus caderas.


Yo, soy si ríes, lloras,

Si te sobra pena, si te falta alegría

Testigo de cargo de tus crímenes

Cruz de tu absolución.

Quizá libertad, quizá prohibición

De alma, de amor.

Lo único sin dudas es que

Yo, soy tú, en cada ocasión…



Y



ya



veremos


si


más...








Hace casi un año que empecé esta historia del blog, ahora mismo me sale vestirme de párrafo de canción y como dice Joaquín…

Preguntarme entre letras: ¿Quién coño me ha robado el mes de Abril?

Sunday, April 15, 2007

Myriam Barada:Ángel y Artista

Una vez dije que para mi el arte, y seguramente será una de las peores definiciones que vayáis a escuchar nunca, entre otras muchas cosas, consiste en concretar lo universal y abstracto. Puse como ejemplo “El Grito, de Munch”. Todo el mundo que conozco, al ser preguntado sobre qué era lo primero que les “decía” la obra respondía: Angustia. Munch, en mi opinión, reflejó ese concepto no palpable en su lienzo. Hay poquísima gente capaz de hacer algo así. Los llamamos artistas. Unos sobre papel, otros con un instrumento, un bloque de mármol, una cámara de fotos, una interpretación, un rodaje, con la voz, con unos pinceles….

La mayoría de nosotros no disponemos del Don necesario para expresarnos de esa manera. Ciertamente hemos sentido, sentimos y sentiremos esos “conceptos” ya que de otra forma no nos sería posible reconocerlos cuando los vemos o escuchamos. Los llevamos a cuestas sí, pero lo más que alcanzamos a decir es “me gustaría que supieras cómo me siento” o “si pudiera expresarlo” y así un largo etcétera. Ellos tienen esa gracia en sus manos y dejan para el resto un “ahí lo tienes” que nos deja mudos y que se nos graba de forma indeleble en la memoria y el corazón. Creo que es otro estado de existencia, otro nivel. Están varios peldaños por encima de nosotros y por eso es difícil en numerosas ocasiones que les entendamos. No es culpa nuestra, desde luego, simplemente no llegamos y no tenemos la misma percepción que atesoran respecto a lo que nos toca vivir. Son seres únicos.

Cojo esta premisa, todo lo que acabo de decir, y no dudo cuando digo que:


Myriam Barada

y arte

se funden en uno.


Tener la oportunidad de acceder a sus cuadros (sus manos son sólo una parte del inagotable conjunto y no su único Don) es algo maravilloso. Se caen todas las máscaras que nos pongamos. Son encuentros cara a cara con el alma. Hablas con ella: te cuenta y le cuentas cosas. Te desnuda: es imposible no sentirte sin ropa. Te toca: no puedes evitar que te acune. Te regala: momentos que no te cansas de repetir. Y, por supuesto, te abraza: aprieta todo a tu alrededor. Lo demás es tan incomprensible como su belleza externa e interior.

A veces tomamos decisiones que sólo nosotros entendemos. No encontramos nuestro lugar. A veces el mundo no es suficiente y somos ángeles. Y sin culpables decidimos marchar. Dejamos lo eterno de nosotros para que otros lo puedan disfrutar. El llanto del principio parece no tener final. Nunca cae en el olvido para quienes quedan detrás. Como el arte, hay amores infinitos y por increíble que parezca nunca morirán.

Yo no soy artista, por eso no alcanzo a encontrar palabras que expresen qué supone para mí que Myriam me haya acompañado hasta aquí. Soy torpe, un borrón en su paleta inconmensurable, una palabra sin sentido intentando decirle que el honor que siento hoy no se le da ni a las grandes celebridades. Por eso he decidido que desde este momento todo el mundo que visite esta casa de papel digital tenga acceso a ella poniendo la entrada de más abajo en links como primer enlace. Es mi discreta, ínfima, modesta e insuficiente forma de hacer homenaje a su grandeza: porque pertenece a esos seres únicos este...



Ángel de presencia eterna.



***




A vosotras: Sentidme cerca, que aunque estos días he estado así, podéis decir que estáis entre quienes mejor me conocen. Con todo mi respeto y admiración a Myriam, encontrad en estas palabras muestra de todo lo que os he dicho desde hace tiempo. De forma diferente, pero con amor en ambos casos…mil besos.

A Myriam: El resto, las no palabras y lo que no he escrito esta mañana estoy convencido que lo has escuchado. Tenemos gran parte de lo mejor de ti. Sé qué habría pasado y sí: Si un día suena mi nombre sonarán campanas celestiales, te lo aseguro (aunque sólo nosotros entendamos lo que digo).


Saturday, April 14, 2007

El Arte de Myriam Barada...

...A quien dedicaré mi próxima entrada,totalmente conmovido.Vaya por delante todo el cariño que puedo sentir a S. y todo a ti.



Mundo Loco

Hoy tengo el día y recordé esto.Nunca sé qué decir cuando escucho esta canción,sólo se me eriza la piel y enmudezco un rato.Os dejo la letra traducida al castellano aquí.

Que la disfruten.

Wednesday, April 11, 2007

Trabados (continuación 8)



"Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo. No diminuye el terror de la caida, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caida de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad" Paul Auster 'El palacio de la luna'


Chapter Nine: Epílogo



Cristina no hubiese soportado un viaje tan largo sin resentirse y yo me negué rotundamente a que nos acompañase. Estaría presente en nuestros corazones y, como buenamente pude, logré convencerla de que lo mejor para todos era no tener más sobresaltos en una temporada. Al volver, yo mismo le contaría con todo lujo de detalles cómo había ido. Lo más grande que podía hacer por mí, el mayor acto de su cariño, sería mantenerse tan bien como pudiese hasta nuestra vuelta, y le prometí que en cuanto pudiese hacerlo volveríamos de nuevo y sería ella misma quien eligiese un enorme y precioso ramo de flores. Aceptó a regañadientes.

No puedo decir que conociéndonos esperase un cortejo fúnebre común a esos pueblos enclaustrados en mitad de la Mancha. Aunque ni mucho menos nuestro ánimo dentro del coche fuese el de malabaristas, domadores y payasos al llegar a una nueva ciudad, allí metidos, bajo aquellas circunstancias, como sardinas en lata poseíamos cierto aire cirquense.

Paula conducía sin prisas, disfrutando de unos parajes nuevos para ella. Preguntando que rumbo tomar en cada desvío. Lejos del formalismo, iba ataviada con una blusa verde manzana y una falda vaquera que le daban un aspecto arrebatador. La única forma de saber que aún con todo estaba algo nerviosa era el espaciado pero continuo cambio de emisora al que nos había sometido desde que salimos, pero para eso había que conocerla muy bien y yo preferí no hacer ningún comentario al respecto.

Quizá fuese la expectativa por saber si mi padre estaría verdaderamente en aquel cementerio. O quizá el miedo a mi reacción cuando me encontrase con su tumba después de todo por lo que había pasado meses atrás. En cualquier caso me reconfortaba el tacto de su mano sobre la mía cuando la cogía de vez en cuando. Lo hacía cada vez que me quedaba absorto mirando por la ventana, aunque a decir verdad, el pensamiento de su copiloto estaba muy lejos de dónde ella imaginaba. Estaba justo detrás de él. En el Señor Existencia Imposible.

Nunca volvería a ver a Víctor con aquella mirada en mi vida. Embebido en si mismo, como si lo única verdad bajo el cielo estuviese esperándonos. Fue él quien tomó la decisión de acompañarnos preguntándonos si estábamos de acuerdo y nos pareció perfecto. No obstante, con cada kilómetro que dejábamos atrás se iba acercando el momento y como no sabíamos a ciencia cierta que era lo que se le pasaba por la cabeza preferimos dejarle “solo”. Decidió, eso sí, engalanarse sobremanera.

“Siempre hay que estar perfectamente vestido y perfumado cuando se tiene una cita, muchacho, y esta es una de las mayores de nuestras vidas”.

Así que, entre malas recepciones de diferentes emisoras locales, un aire espantoso que entraba por el costado derecho del coche y pequeños gestos y silencios de ánimo, el circo formado por Paula, Víctor y Mikel iban derechos a encontrarse con Oscar Zalayeta.





***






Bajamos por un camino de piedra flanqueado por largos cipreses y guiados por el encargado de abrir y cerrar el cementerio. Un lugareño tan pequeño y robusto como parco en palabras que al escuchar el nombre de a quien intentábamos localizar puso cara de sorpresa. Nos contó que nadie en muchos años había bajado hasta allí y quiso saber si éramos parientes. Al presentarme como su hijo me saltó con un “ya iba siendo hora” que me dejó tiritando unos segundos.

Era una lápida gris moteada de negro. Sin artificios y con las iniciales medio borradas por la intemperie. La rodeamos acercándonos lentamente casi en procesión y nos quedamos un largo rato en silencio. Obviaré, y me disculpará quien en un futuro lea esto, poner énfasis en la descripción de la escena. Guardo aquel momento, y sólo aquel momento de toda esta historia, para ellos y para mí. Cada uno dijo algo y no recuerdo cuánto tiempo después dieron el aviso de cierre. Víctor dio un pequeño rodeo para dejarnos subir el camino de regreso solos.

¿En qué piensas? – me preguntó.

Quiero que me des la mano. Sólo eso. Coge mi mano, Paula, es lo único que necesito para convencerme.

Claro cielo – y me la apretó hasta que pude sentir su calor de la forma en la que tantas veces había anhelado – pero ¿convencerte de qué?

De que todo gira hasta llegar aquí, a este momento. A ti y a mí. Al sueño. De que no hay Existencias Imposibles.





Fin



Este relato esta dedicado a CLM,a tí... sin otra duda que Q hoy y por siempre.Todo,luna de mucho más que este blog.


Friday, April 06, 2007

Trabados (continuación 7)



Imagen: Cuadro suyo, pincel que me da color.



Chapter Eight: Eslabones

A veces se compara la historia de uno mismo con una película. Creo que todos lo hemos hecho alguna vez. Incluso quien ha hecho del cine algo cotidiano, podría ir más allá, hacer recortes de escenas de un sin fin de ellas y colocarlos perfectamente ordenados en metrajes y situaciones hasta alcanzar un símil muy cercano de lo que ha sido su vida. En este momento, si tuviese que hacer algo parecido me quedaría con esta frase: “el hombre que nunca estuvo allí”.

Digo esto porque aunque hay quien no cree en él, el azar nunca deja de jugar con nosotros, es la mayor fuerza que circula por el universo. Hace que todo ande en continuo movimiento, que hechos que nos son desconocidos y quedan muy atrás en el tiempo, que las historias de otras personas invadan las nuestras hasta que todo queda trabado en una cadena mágica.

Anoche hicimos el amor. Si no estuviese esperando a que Paula despertase, si no la viera tumbada con su piel café sobre la cama en la que he pasado tantas noches de insomnio, si no me hubiese mirado de aquella forma esta madrugada…seguramente yo sería hermano ahora mismo de la cofradía de esos agnósticos de los que he hablado.

Pero ahí está y es real. Tan real como este piso. Tan real como que Marga es enfermera. Tan real como que Cristina tiene cáncer. Tan real como que el gilipollas de la agencia de viajes hizo bien su trabajo, que no conocí a mis padres y que el Señor Existencia Imposible me recogió de aquella acera antes de que me fuese al otro barrio.

Tan real como Mikel Zalayeta y estos capítulos de su historia.




***




Marga la despechada no tardó en encontrar otros brazos que dieran curso a su petición de ser atendida. Lo primero que hizo después de que rompiera con ella fue tomarse unas vacaciones. Para buscar un destino económico acudió a una agencia de viajes en la que trabajaba uno de esos tipos capaces de venderle una falda a una mona. Desplegando toda su labia y arrimando un hombro comprensivo con fin de que la enfermera hiciese caso a la propuesta que le iba a hacer, menos económica pero igualmente seductora para ella, se enteró el caballero de que ella había entrado en mercado unos días antes. Le arrancó un par de sonrisas alabando su belleza y determinación a la par que compadeciendo al pobre diablo que la había dejado escapar. Ambos permitieron muy a gusto que la venta durara más tiempo del necesario y, para cuando finalizó la transacción, Marga tenía un billete a Cancún en el vuelo del lunes siguiente y una cita con el “gilipollas de las lupas” tres días después de salir de la agencia.

Tiempo después y en el transcurso de una de sus primeras cenas juntos, Jorge, que así se llama él, le expuso un caso complicado:

Esta tarde ha venido una pareja de adorables ancianitos acompañados por un tío de lo más raro. Van a casarse dentro de poco y quieren pasar su luna de miel en este sitio. El problema es que ella –no recuerdo el nombre- está muy enferma y me inquieta un poco. El futuro marido me ha pedido que busque un centro donde puedan darle tratamiento cerca de la zona. ¿Me puedes ayudar? Son adorables, mira…

Marga se enterneció tanto que no dudó ni un minuto en decirle que por supuesto, que no se preocupara. Al día siguiente y tras comentar el caso en el centro donde trabajaba buscó una clínica a veinte kilómetros del hotel de Víctor y Cristina, se encargó de comunicar su llegada y aprovechó para darle a conocer a Jorge lo buena persona que era. Estoy convencido de que les irá bien.




***




Tras cada sesión de quimioterapia en la clínica era aconsejable pasar a la sala de atención al paciente. El hospital ponía a disposición de los enfermos parte del voluntariado de la Cruz Roja con ánimo de hacer más llevaderas las primeras horas post tratamiento. Charlas, juegos para niños, cuidados y mimos, pequeños paseos por la playa para quienes se sentían con fuerza…Cristina no andaba mal del todo y como al Señor Existencia Imposible es imposible decirle que no, ambos decidieron que ella recobrase fuerzas antes de volver al hotel en aquella sala tras su primer paso por el hospital.

Me habían escuchado tanto y con tanta precisión hablar de Paula que sólo tuvieron que escuchar su nombre para acercarse a ella y salir del estado de shock que les invadía en aquel momento. Pasaron la tarde hablando con ella. De mí, de ellos, de todo lo que había pasado. Era imposible que mintiesen, así que se ganaron su confianza rápidamente. Paula había puesto fin a la situación hacía mucho tiempo, había dado un giro a su vida. Hasta tal punto que había entrado como voluntaria de la clínica. Hubo otros, les dijo, pero me había echado de menos un poco más cada día. Algo que yo nunca llegué a oír de su boca salió por sus labios tras un par de horas en compañía de ellos.

Miedo, les dijo. Miedo al amor, miedo de mí y de cómo estaría en aquellos momentos en los que una llamada suya, lejos de ser tardía o romper mis esquemas actuales, habría puesto boca arriba el centro de gravedad de la tierra.

Siempre le he querido y siempre me ha querido, pero desgraciadamente no era el momento. Después tuve miedo de todo y no pasaba una semana sin que mi corazón no me animase a llamarlo. El caso es que nunca lo llegué a hacer. ¿Por qué nunca se lo he dicho? No lo sé…supongo que como él, tenía miedo y frío de vivir…

Hablaron tanto de todo como les fue posible. Intimaron tanto en aquella semana que se hicieron inseparables hasta que Paula decidió que si ambos teníamos que enfrentarnos al pasado no sería posible sin arriesgarnos a que el mundo nos diese la oportunidad que nos debía y trayendo una carta del Señor Existencia Imposible dirigida a mi.




***




Víctor Serrano fue preso de la falange en los últimos años de la Guerra Civil. Eran los últimos coletazos de los fusilamientos de aquella terrible época de nuestra historia. Me contó que su suerte estaba echada al igual que la de muchos de sus compañeros por entonces. Sólo tenías que levantar un poco la cabeza para que la bota de alguien te pisara el cuello. A menos que pusieras el culo o conocieses a alguien ya podías estar rezando porque tus piernas corriesen lo más rápido posible.

Estaba cayendo el sol de un miércoles de agosto. No sé si fue lástima lo que frenó su dedo, pero aquel soldado no apretó el gatillo. Estábamos en la sierra de Toledo, en mitad del monte y a una distancia suficientemente lejana del pueblo como para que alguien escuchase el disparo. Solos él y yo, perdidos en el monte que haría las veces de ataúd para mí. Ha sido la única vez en mi vida que he llorado, Mikel. No por el hecho de morir, sino por no haber vivido y tú me entiendes perfectamente. El creo que también lo entendió porque sudaba como nunca he visto sudar a nadie. Creo que todo aquello, como a mi, le venía grande y que no había disparado a nada más que no fuese un pato de cualquier puesto de feria. Sudaba hasta el punto de la deshidratación. Sacó fuerzas para ordenarme que me arrodillara y me diese la vuelta. Si el tiempo puede parecer ser eterno, aquellos minutos esperando la descarga fueron los más largos de mi vida, muchacho. Me encomendé a todo lo divino y lo infinito hasta que escuché sus pasos alejándose. No me di la vuelta hasta que el cielo estuvo estrellado. “Espero que lo aproveches”. Pensé que aquello era imposible. Eso fue lo único que dijo, palabras que todavía hoy retumban en mi cabeza como un fuerte trueno de sentencia. Dejé Toledo y lo que tenía allí durante siete años para volver con el fin de la guerra. Lo busqué meses enteros sin agotamiento, concienzudamente, tenía que hablar con él a cualquier precio, pero no tuve éxito. Me dijeron que había abandonado la zona acompañado de su mujer. Prometí seguir indagando y cumplí mi promesa en el transcurso de los años siguiente otra vez sin éxito. Una vez perdida la esperanza, después de abandonar la fe al cabo de tanto tiempo, di con la mejor pista posible por casualidad y de forma tan fatal que creí no poder hacer nada. Por fortuna me sonrió la suerte. Eres su viva imagen, mi querido muchacho. Oscar Zalayeta se me apareció moribundo en una calle cualquiera pasándome el relevo el día que te conocí.

Yo también tuve a mi Señor Existencia Imposible.




***




Sólo había un sitio posible para poner el último capítulo de esta historia. Paula está despertando, así que sólo diré ahora que hoy vamos a visitar la tumba de mi padre…para poner el epílogo a este manual.