Wednesday, April 11, 2007

Trabados (continuación 8)



"Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Que le quieran a uno de ese modo lo cambia todo. No diminuye el terror de la caida, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caida de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad" Paul Auster 'El palacio de la luna'


Chapter Nine: Epílogo



Cristina no hubiese soportado un viaje tan largo sin resentirse y yo me negué rotundamente a que nos acompañase. Estaría presente en nuestros corazones y, como buenamente pude, logré convencerla de que lo mejor para todos era no tener más sobresaltos en una temporada. Al volver, yo mismo le contaría con todo lujo de detalles cómo había ido. Lo más grande que podía hacer por mí, el mayor acto de su cariño, sería mantenerse tan bien como pudiese hasta nuestra vuelta, y le prometí que en cuanto pudiese hacerlo volveríamos de nuevo y sería ella misma quien eligiese un enorme y precioso ramo de flores. Aceptó a regañadientes.

No puedo decir que conociéndonos esperase un cortejo fúnebre común a esos pueblos enclaustrados en mitad de la Mancha. Aunque ni mucho menos nuestro ánimo dentro del coche fuese el de malabaristas, domadores y payasos al llegar a una nueva ciudad, allí metidos, bajo aquellas circunstancias, como sardinas en lata poseíamos cierto aire cirquense.

Paula conducía sin prisas, disfrutando de unos parajes nuevos para ella. Preguntando que rumbo tomar en cada desvío. Lejos del formalismo, iba ataviada con una blusa verde manzana y una falda vaquera que le daban un aspecto arrebatador. La única forma de saber que aún con todo estaba algo nerviosa era el espaciado pero continuo cambio de emisora al que nos había sometido desde que salimos, pero para eso había que conocerla muy bien y yo preferí no hacer ningún comentario al respecto.

Quizá fuese la expectativa por saber si mi padre estaría verdaderamente en aquel cementerio. O quizá el miedo a mi reacción cuando me encontrase con su tumba después de todo por lo que había pasado meses atrás. En cualquier caso me reconfortaba el tacto de su mano sobre la mía cuando la cogía de vez en cuando. Lo hacía cada vez que me quedaba absorto mirando por la ventana, aunque a decir verdad, el pensamiento de su copiloto estaba muy lejos de dónde ella imaginaba. Estaba justo detrás de él. En el Señor Existencia Imposible.

Nunca volvería a ver a Víctor con aquella mirada en mi vida. Embebido en si mismo, como si lo única verdad bajo el cielo estuviese esperándonos. Fue él quien tomó la decisión de acompañarnos preguntándonos si estábamos de acuerdo y nos pareció perfecto. No obstante, con cada kilómetro que dejábamos atrás se iba acercando el momento y como no sabíamos a ciencia cierta que era lo que se le pasaba por la cabeza preferimos dejarle “solo”. Decidió, eso sí, engalanarse sobremanera.

“Siempre hay que estar perfectamente vestido y perfumado cuando se tiene una cita, muchacho, y esta es una de las mayores de nuestras vidas”.

Así que, entre malas recepciones de diferentes emisoras locales, un aire espantoso que entraba por el costado derecho del coche y pequeños gestos y silencios de ánimo, el circo formado por Paula, Víctor y Mikel iban derechos a encontrarse con Oscar Zalayeta.





***






Bajamos por un camino de piedra flanqueado por largos cipreses y guiados por el encargado de abrir y cerrar el cementerio. Un lugareño tan pequeño y robusto como parco en palabras que al escuchar el nombre de a quien intentábamos localizar puso cara de sorpresa. Nos contó que nadie en muchos años había bajado hasta allí y quiso saber si éramos parientes. Al presentarme como su hijo me saltó con un “ya iba siendo hora” que me dejó tiritando unos segundos.

Era una lápida gris moteada de negro. Sin artificios y con las iniciales medio borradas por la intemperie. La rodeamos acercándonos lentamente casi en procesión y nos quedamos un largo rato en silencio. Obviaré, y me disculpará quien en un futuro lea esto, poner énfasis en la descripción de la escena. Guardo aquel momento, y sólo aquel momento de toda esta historia, para ellos y para mí. Cada uno dijo algo y no recuerdo cuánto tiempo después dieron el aviso de cierre. Víctor dio un pequeño rodeo para dejarnos subir el camino de regreso solos.

¿En qué piensas? – me preguntó.

Quiero que me des la mano. Sólo eso. Coge mi mano, Paula, es lo único que necesito para convencerme.

Claro cielo – y me la apretó hasta que pude sentir su calor de la forma en la que tantas veces había anhelado – pero ¿convencerte de qué?

De que todo gira hasta llegar aquí, a este momento. A ti y a mí. Al sueño. De que no hay Existencias Imposibles.





Fin



Este relato esta dedicado a CLM,a tí... sin otra duda que Q hoy y por siempre.Todo,luna de mucho más que este blog.


8 comments:

Alunizado said...

A todos los que habeis llegado hasta aquí...GRACIAS.Por la paciencia y porque buena parte de que esto haya ido palante la teneis vosotros.Esperando que les haya gustado y que si tienen a bien seguir soportando a este que escribe, Trabados llegó a su fin.Que sólo este relato,porque nos leeremos y comentaremos durante mucho tiempo.

Chin-chin.

La puta que no te parió said...

¿Puedo decir barbaridades sin que salgan publicadas?

La puta que no te parió said...

Ufaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Si me lo dice así no me salen...
¿No ve que soy una niñita tímida en realidad?
Venga y se las digo al oído, pero no me mire.

Alunizado said...

¿Ah si?,padezco de lo mismo,mireusté.

Puede usted decirlas que yo encantado de escucharlas si se anima (¿así mejor? en flojito).

Alunizado said...

elgatoylalunablog@hotmail"punto"com

No iba a ponerlo,pero no sé otra forma de contestarte.

Besoooooo,y si quieres hablamos.

Anonymous said...

Precioso final gato, tierno y emotivo. Gracias por este estupendo relato que hemos seguido los que te admiramos. Sigue así, tú eres escritor gato, gran escritor.
Mi abrazo y mi cariño
calma

RocanLoveR said...

Y yo me quedo colgada...pensando...que no hay existencias imposibles, ahora más que antes, porque si usted lo dice....asi será...

Me encanto su historia, Felicitaciones!

Abrazos cálidos, posibles...

Alunizado said...

Ya lo dije en el primer comentario y no me gustaría repetirme.Así que,sólo digo:GRACIAS por vuestras palabras y mi afecto a todos.

Abrazos.