Friday, April 06, 2007

Trabados (continuación 7)



Imagen: Cuadro suyo, pincel que me da color.



Chapter Eight: Eslabones

A veces se compara la historia de uno mismo con una película. Creo que todos lo hemos hecho alguna vez. Incluso quien ha hecho del cine algo cotidiano, podría ir más allá, hacer recortes de escenas de un sin fin de ellas y colocarlos perfectamente ordenados en metrajes y situaciones hasta alcanzar un símil muy cercano de lo que ha sido su vida. En este momento, si tuviese que hacer algo parecido me quedaría con esta frase: “el hombre que nunca estuvo allí”.

Digo esto porque aunque hay quien no cree en él, el azar nunca deja de jugar con nosotros, es la mayor fuerza que circula por el universo. Hace que todo ande en continuo movimiento, que hechos que nos son desconocidos y quedan muy atrás en el tiempo, que las historias de otras personas invadan las nuestras hasta que todo queda trabado en una cadena mágica.

Anoche hicimos el amor. Si no estuviese esperando a que Paula despertase, si no la viera tumbada con su piel café sobre la cama en la que he pasado tantas noches de insomnio, si no me hubiese mirado de aquella forma esta madrugada…seguramente yo sería hermano ahora mismo de la cofradía de esos agnósticos de los que he hablado.

Pero ahí está y es real. Tan real como este piso. Tan real como que Marga es enfermera. Tan real como que Cristina tiene cáncer. Tan real como que el gilipollas de la agencia de viajes hizo bien su trabajo, que no conocí a mis padres y que el Señor Existencia Imposible me recogió de aquella acera antes de que me fuese al otro barrio.

Tan real como Mikel Zalayeta y estos capítulos de su historia.




***




Marga la despechada no tardó en encontrar otros brazos que dieran curso a su petición de ser atendida. Lo primero que hizo después de que rompiera con ella fue tomarse unas vacaciones. Para buscar un destino económico acudió a una agencia de viajes en la que trabajaba uno de esos tipos capaces de venderle una falda a una mona. Desplegando toda su labia y arrimando un hombro comprensivo con fin de que la enfermera hiciese caso a la propuesta que le iba a hacer, menos económica pero igualmente seductora para ella, se enteró el caballero de que ella había entrado en mercado unos días antes. Le arrancó un par de sonrisas alabando su belleza y determinación a la par que compadeciendo al pobre diablo que la había dejado escapar. Ambos permitieron muy a gusto que la venta durara más tiempo del necesario y, para cuando finalizó la transacción, Marga tenía un billete a Cancún en el vuelo del lunes siguiente y una cita con el “gilipollas de las lupas” tres días después de salir de la agencia.

Tiempo después y en el transcurso de una de sus primeras cenas juntos, Jorge, que así se llama él, le expuso un caso complicado:

Esta tarde ha venido una pareja de adorables ancianitos acompañados por un tío de lo más raro. Van a casarse dentro de poco y quieren pasar su luna de miel en este sitio. El problema es que ella –no recuerdo el nombre- está muy enferma y me inquieta un poco. El futuro marido me ha pedido que busque un centro donde puedan darle tratamiento cerca de la zona. ¿Me puedes ayudar? Son adorables, mira…

Marga se enterneció tanto que no dudó ni un minuto en decirle que por supuesto, que no se preocupara. Al día siguiente y tras comentar el caso en el centro donde trabajaba buscó una clínica a veinte kilómetros del hotel de Víctor y Cristina, se encargó de comunicar su llegada y aprovechó para darle a conocer a Jorge lo buena persona que era. Estoy convencido de que les irá bien.




***




Tras cada sesión de quimioterapia en la clínica era aconsejable pasar a la sala de atención al paciente. El hospital ponía a disposición de los enfermos parte del voluntariado de la Cruz Roja con ánimo de hacer más llevaderas las primeras horas post tratamiento. Charlas, juegos para niños, cuidados y mimos, pequeños paseos por la playa para quienes se sentían con fuerza…Cristina no andaba mal del todo y como al Señor Existencia Imposible es imposible decirle que no, ambos decidieron que ella recobrase fuerzas antes de volver al hotel en aquella sala tras su primer paso por el hospital.

Me habían escuchado tanto y con tanta precisión hablar de Paula que sólo tuvieron que escuchar su nombre para acercarse a ella y salir del estado de shock que les invadía en aquel momento. Pasaron la tarde hablando con ella. De mí, de ellos, de todo lo que había pasado. Era imposible que mintiesen, así que se ganaron su confianza rápidamente. Paula había puesto fin a la situación hacía mucho tiempo, había dado un giro a su vida. Hasta tal punto que había entrado como voluntaria de la clínica. Hubo otros, les dijo, pero me había echado de menos un poco más cada día. Algo que yo nunca llegué a oír de su boca salió por sus labios tras un par de horas en compañía de ellos.

Miedo, les dijo. Miedo al amor, miedo de mí y de cómo estaría en aquellos momentos en los que una llamada suya, lejos de ser tardía o romper mis esquemas actuales, habría puesto boca arriba el centro de gravedad de la tierra.

Siempre le he querido y siempre me ha querido, pero desgraciadamente no era el momento. Después tuve miedo de todo y no pasaba una semana sin que mi corazón no me animase a llamarlo. El caso es que nunca lo llegué a hacer. ¿Por qué nunca se lo he dicho? No lo sé…supongo que como él, tenía miedo y frío de vivir…

Hablaron tanto de todo como les fue posible. Intimaron tanto en aquella semana que se hicieron inseparables hasta que Paula decidió que si ambos teníamos que enfrentarnos al pasado no sería posible sin arriesgarnos a que el mundo nos diese la oportunidad que nos debía y trayendo una carta del Señor Existencia Imposible dirigida a mi.




***




Víctor Serrano fue preso de la falange en los últimos años de la Guerra Civil. Eran los últimos coletazos de los fusilamientos de aquella terrible época de nuestra historia. Me contó que su suerte estaba echada al igual que la de muchos de sus compañeros por entonces. Sólo tenías que levantar un poco la cabeza para que la bota de alguien te pisara el cuello. A menos que pusieras el culo o conocieses a alguien ya podías estar rezando porque tus piernas corriesen lo más rápido posible.

Estaba cayendo el sol de un miércoles de agosto. No sé si fue lástima lo que frenó su dedo, pero aquel soldado no apretó el gatillo. Estábamos en la sierra de Toledo, en mitad del monte y a una distancia suficientemente lejana del pueblo como para que alguien escuchase el disparo. Solos él y yo, perdidos en el monte que haría las veces de ataúd para mí. Ha sido la única vez en mi vida que he llorado, Mikel. No por el hecho de morir, sino por no haber vivido y tú me entiendes perfectamente. El creo que también lo entendió porque sudaba como nunca he visto sudar a nadie. Creo que todo aquello, como a mi, le venía grande y que no había disparado a nada más que no fuese un pato de cualquier puesto de feria. Sudaba hasta el punto de la deshidratación. Sacó fuerzas para ordenarme que me arrodillara y me diese la vuelta. Si el tiempo puede parecer ser eterno, aquellos minutos esperando la descarga fueron los más largos de mi vida, muchacho. Me encomendé a todo lo divino y lo infinito hasta que escuché sus pasos alejándose. No me di la vuelta hasta que el cielo estuvo estrellado. “Espero que lo aproveches”. Pensé que aquello era imposible. Eso fue lo único que dijo, palabras que todavía hoy retumban en mi cabeza como un fuerte trueno de sentencia. Dejé Toledo y lo que tenía allí durante siete años para volver con el fin de la guerra. Lo busqué meses enteros sin agotamiento, concienzudamente, tenía que hablar con él a cualquier precio, pero no tuve éxito. Me dijeron que había abandonado la zona acompañado de su mujer. Prometí seguir indagando y cumplí mi promesa en el transcurso de los años siguiente otra vez sin éxito. Una vez perdida la esperanza, después de abandonar la fe al cabo de tanto tiempo, di con la mejor pista posible por casualidad y de forma tan fatal que creí no poder hacer nada. Por fortuna me sonrió la suerte. Eres su viva imagen, mi querido muchacho. Oscar Zalayeta se me apareció moribundo en una calle cualquiera pasándome el relevo el día que te conocí.

Yo también tuve a mi Señor Existencia Imposible.




***




Sólo había un sitio posible para poner el último capítulo de esta historia. Paula está despertando, así que sólo diré ahora que hoy vamos a visitar la tumba de mi padre…para poner el epílogo a este manual.

10 comments:

La puta que no te parió said...

Le digo lo que quiero y me dice lo que quiera.
Este tren no me lo perdería por nada del mundo, a menos que el maquinista quiera claro...
¿Quiere?, nada más me lo pide y salto.

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso

Anonymous said...

Señor Gato(sí,SEÑOR):No tengo el honor de conocerle,pero si todo en usted es como su coco y forma de escribir...madre míaaaaaaaaaaa.No me bajaba tampoco yo,pero de ninguno de todos los vagones que intuyo en usted .

Maravillosa entrada,me dejó sorprendidísima!!!

Besazossssssss!!!

pd.Quédese con ese sorprendida que en cuanto acabe el relato le intento yo hacer un comentario.

L.

La puta que no te parió said...

Entregado y a la espera de su entrada, lo mismo deseamos para los allíes, guapo.

Anonymous said...

Sigo el relato gato, me tienes alucinada, de verdad, es fabuloso como escribes, tienes don amigo.
Abrazos

Eritia said...

Gato querido,¡cuanto tiempo de ausencia (mía)! en la visita más no en el recuerdo ni en el afecto.
Percibo los cambios en la estética del blog y, como contrapunto, tu inalterable talento para el relato.
Volveré a leer lo que me he perdido.

Abrazos de aire en el aire.

Silvia said...

Sr gato,lo visito depués de un par de lunas, estrenando imagen, pero manteniendo la delicia de sus escritos.
Saludos

RocanLoveR said...

Del otro lado del mar sigo tu historia...esperando que Paula despierte, estaremos..

Un Gran Abrazo

Alunizado said...

Gracias a todos por vuestras palabras.Un placer encontraros siempre y encantado de que la historia os entretenga.

Beeeeeeeeeeeesos y abraaaaaaaaaaazos.

La puta que no te parió said...

¡Cómo duerme esa mina gato!
Vos te buscás cada una bombón.

Fuíi fuíiiiiiiiiiuuuuuuuuuuu

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso

PD: ¿Moderación de comentarios?
Ja ja ja ja ja ja ja ja!

Alunizado said...

Reina:¿Usted me espia o tanto me tiene cogido el "punto"? Jejeje.

Beeeeeeeeeeeeeeso.

Y a su pregunta,sí.Todo tiene un por qué,preciosa.