Es complicado hacer este tipo de entradas. Lo es porque te queda el regustillo en la boca de no poder hacer llegar las palabras con la magnitud sentimental con la que las escribes. Supongo que por muchas de ellas que digas o muchos actos que lleves a cabo como reafirmación de las mimas, eres tú el único/a que alcanza a cuantificar y cualificar –si eso es posible- la emoción, sinceridad, cariño, amor y tantas otras cosas difíciles de expresar y que sientes. Yo, humildemente, voy a intentarlo.
Hace exactamente una hora y cincuenta y seis minutos que acabó el aniversario de quien firma. Le dije que me pondría a escribir esto cuando me quedara a solas, lo que no le dije es que no lo estoy. Estás aquí, conmigo. Aunque eso ya lo sabes. Mirad, las dos, y perdonadme:
Tenerme así de feliz durante todo el día no es nada fácil, aunque lo parezca, y más aún en días como hoy en los que irremediablemente siempre se echa de menos a quien no puede estar. Vosotras lo habéis conseguido y de la mejor manera posible: a golpe de cariño. No podías haberme hecho mejor regalo esta mañana que esa risa al intentar cantarme. El mismo que el de hace unas horas porque, para mi, escuchar: “no le gusta cantar y tú has conseguido que lo hiciese” o “mi madre sí que se está riendo, sí” vale por los cientos de paquetes envueltos con papel de color que me pudieran haber dado hoy. Se me cumplió el deseo de veros así y sentiros tan cerquita.
El decir, “hoy comilona que estamos de cumpleaños” hace que yo me siente como el que come en una mesa de Reyes. Verte tan contenta por lo que me tiene que llegar. Que juegues a despistarme. Tu cara ilusionada. Tu inmensa sonrisa…para mi es una fuente de la que mana oro. A veces tengo la sensación de conocerte al dictado y sin embargo eres capaz de sorprenderme. Eso es grande. Tú eres grande y no hay mejor agasajo que el sentirse obsequiado por querer a alguien. Y yo, me siento más que obsequiado en ese aspecto, porque lo sabes.
Eres luz, cielo. Eres magia, cielo. Eres ganas, cielo. Eres norte. Eres llave.
Y por mucho que me digas que no, mereces todo lo que te digo a diario. De la forma que te lo digo y como te lo digo. Aunque no lo creas, no para todo el mundo aquella tarde hubiese sido tan buena. Yo, cuando la pensé, me di cuenta de lo poquito que hace falta para que este mamón considere una tarde perfecta. Y es que, TREMENDA, contigo el pan y agua es vino y rosas. Sí, puede ser que sea un tipo fácil, o que me haga falta poco, o que no sea para tanto…No sé, lo que ves es lo que hay, y esos pequeños detalles para mi son un mundo.
Está en mi muñeca, pero el eslabón más fuerte (y venga lo digo: no es de verano –puedes darme pal pelo por repetirlo sí- y lo irás viendo) anda bien sujeto más arriba y al centro, y ese no se va a soltar nunca.
Firme, pero suave. Pelea, pero con la bombilla encendida. Yo, pero antes tú.
Miles, P. Todos.
Y S. encanto, sabes que el mismo cariño que me llega de allí es reciproco. O más. Que no anda a gusto el “jovencito” éste cuando te sabe floja ¿sabes, corazón? Que nunca he gastado menos que cuando puedo llamarte cinco minutos intentando ponerte un poquito para arriba. Que no me pesa la mano si con un detalle que te mande te arranco una sonrisa. Que me pongo colorao (como dice la canción) con muchas cosas que me dices al saberlas sinceras. Que eres un sol. Que eres una mujer como la copa de un pino. Y que sí ando cerquita, tú lo estás de aquí muchísimas veces: cada vez que pregunto por ti y te llamo de improviso para ver como andas. Porque me gusta la confianza que tenemos. Porque es muy bonita. Y por tantas otras cosas más.
Así que, deseando que mientras escribo estéis teniendo los más dulces sueños (es tarde, pero, creedlo, estoy muy despierto) me felicito a mi mismo por el regalazo que se me ha dado de diversa forma (el resto me lo callo):
¿Sabeis qué regalo es, verdad?