Aquel "la" sostenido

Ha llovido mucho desde entonces (hasta melena por los hombros, ¡fíjense!). Al cuarteto que tenéis ahí arriba, de haberlos conocido por entonces, ni lo conocerían ahora. Si fue un dia memorable que de vez en cuando recordamos con unas cervezas delante, no menos memorable es cada uno de los “ensayos” anteriores a esa subida de telón y puesta en escena.

No olvido las caras de mi madre y la del grandísimo guitarra principal y compositor del ritmo de la mayoría de las canciones (camiseta blanca) cuando nos bajamos con una sonrisa de oreja a oreja del escenario. Ni a la hermana del bajista-guitarra-armónica (camiseta naranja) coreando nuestros “intentos de canción” de tanto haberlas escuchado en el local de ensayo (entiéndase la cámara de la casa de su abuela). Ni al padre del batería (camiseta negra) artífice de tamaño acto, felicitándonos por el chow. Ni a mi pensado ¡joder, pues sí que ha venido gente sí! Por cierto la pose sentada del tipo de chaqueta azul (la voz que canta) obedece a una bandana rota en la acústica que tiene en los brazos y que obligó, ante la dificultad de tocar sin sujeción del instrumento, a tal postura en varias canciones (mira que es casualidad tener sólo esta foto ahora mismo).

Acabó el espectáculo entre jaleos de los asistentes pidiendo un bis, cosa que no se produjo porque cándidos nosotros habíamos tocado ya todo el repertorio (todas las canciones eran cosecha propia, casí ná, ¡jajaja! y hasta hubo versión de la Bamba en el recital -a “nuestro estilo”-). Nos quedamos con ganas de tocar más, se quedaron con ganas de escuchar más, pero guardamos cacharros. Después de un buen rato “la voz que canta y el guitarrista principal” -quienes atraían miradas de todo tipo por una vez en sus vidas- se fueron a casa de este último a tumbarse en la cama de su habitación, hablar, asimilar lo que habían hecho y poner en su cadena de música las canciones que tenían grabadas (no piensen cosas raras, que la grabación consistía en meter una cinta “virgen” en la pletina, presionar el botón record del equipo, ponernos cerquita del aparato y a tocar. Así que imposible, si alguno piensa lo que puede pensar). Fue un momento de silencio entre nosotros tan mágico como la hora (más o menos) que estuvimos comidos por los nervios allí arriba…en fin, que me pongo tontón.

Bueno, pues que no sé por qué me ha venido hoy a la cabeza ese dia. Creo que por el comentario de Eggy en eso de ponerle acordes a algunas entradas. O puede que porque tocando me salen cosas por los dedos que no me salen por la boca, como aquí. Además estoy nuevamente ilusionado y estimulado para hacerlo aunque sea a ratos sueltos. Al menos a uno de éstos si que podré hacer que se le muevan los dedos, por mucho que la vida haya ido mandando y alejándonos de cuerdas y bombos.

Así que hago propósito de traerme a mi “Lucille” particular (la que imita a stratocaster ¿a qué es preciosa, eh?), ponerle cuerdas nuevas y a ver qué sale. Mientras vuelva a haber buenos ratos y nuevos dias que rememorar será suficiente.

A los mariachis de arriba, un abrazo enorme. Aquel dia fuimos Fuero Juzgo. Aquel dia fuimos grandes.

PD.Y yo no puedo evitar pensar en esa alfombra de las mil maravillas.