Wednesday, February 28, 2007

Trabados



"Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar".
Imagen: Cuadro de la preciosa artista M.Barada.Mil gracias por cedérmelo.



Chapter One: Bautismo

Sigues sin entender que lo hago por vicio. Sencillamente, soy así. Un vicioso. Un crápula. Un degenerado conmigo mismo. No busques más. No hay más. Podría estar toda la noche inventando remilgadas excusas para justificarme. Olvídalo, no lo haré. Mi hiriente frialdad contigo escapa a cualquier intento racional o sentimental. Así que, no esperes otra cosa. No esperes nada. Eres la primera de la lista: tu nombre en negrita subrayada. He decidido poner fin a todo. He decidido ponerme fin, y tú eres el principio. Me sentía en el deber de contarte todo esto. No puedo retenerte, no quiero hacerlo. Puedes intentar comprenderlo o no, permanecer sentada a la mesa e ir levantando las cartas o abandonar la partida. No puedo pedirte nada porque no podrás pedirme nada. Es así como pienso combatirlo. Me estoy bautizando. Necesito hacerlo o acabaré volviéndome tan loco como crees que estoy en este momento. Y lo creas o no, no lo estoy.

No tengo plazos ni fecha de caducidad premeditados. No tengo trazado ningún plan maestro. Por no tener, no tengo ni pensado como llevarlo a cabo. Inercia, de eso te hablo. Soy un péndulo que se deja llevar por la gravitación social. Soy un péndulo que oscila en el ponderoso destino.

Voy a dejarme aplastar por el peso de los días. No hay vuelta de hoja. Vagabundearé por mi conciencia hasta encontrarme o perderme para siempre. Esta mañana me puse al día y quedan 2780 euros en mi cuenta de ahorros. No precipitaré nada. El alquiler, las facturas, la comida…reduciré todo a su mínima expresión. Me abandonaré a eso desde el mismo momento en el que salgas por esa puerta. No voy a hacer nada al respecto de nada.

¿Y después?

De eso se trata, no es tan difícil de asimilar. Simplemente, no hay un después. Las agujas del reloj marcan las 23:45:23, ahora es después. Las 23:45:26, ahora es después. Las 23:45:29, ahora es después. Sigo aquí, sigues aquí, ahora es después. Fabuloso ¿verdad? De hecho te agradecería que al salir tiraras ese trasto en el contenedor de abajo. No necesito ningún tipo de marcador.

Te estoy hablando del azar, resumiré todo al azar. Cada instante de mi existencia estará regido por él. Cada encuentro será fortuito. Todo me alcanzará chocándose de bruces conmigo. Y lo aceptaré, y lo abrazaré, y lo desearé, y lo amaré.

Y al final, la única huella que dejaré saldrá de mi puño. Si aprendo algo o alcanzo alguna conclusión, le pondré mi rubrica. Lo llamaré:

“Manual de autodestrucción, por Mikel Zalayeta”.

Tanto si deseas quedarte como si no: Bienvenida al primer capítulo de esta historia. Bienvenida al epílogo de mi vida.


Friday, February 23, 2007

Y es que es así

Llego a casa y pienso la entrada a colgar después de diez días sin actualizar el blog. En ese tiempo, entre otras muchísimas cosas –desmayos de por medio- he escrito cosas que me han gustado más y cosas que me han gustado menos. Cosas que colgaré y cosas que no. Relatos, historias personales, ficción, realidad, sentimientos…Pues acabo de llegar a casa y en vez de colgar alguna de esas “futuras entradas” me pongo a escribir esto. No hay quién me entienda. A veces es difícil, lo reconozco.

Hoy he acabado un proyecto en 3D y me han felicitado en el curro. En realidad han sido dos –déjenme el ego ahora mismo, que se me baja enseguida-, ya que me puse como reto abarcar más de lo que se pedía y esta vez superé la prueba. Son cosas que pasan, seguramente no siempre saldrá así. He tenido el cerebro copado de planos, acotaciones, sólidos, extrusiones, puntos de referencia, capas, instalaciones, riegos, plantaciones, estructuras, balances de materia y un sin fin de cosas más que no viene a cuento durante ese tiempo. Como digo, son cosas que pasan. Llego y me pongo a escribir sobre lo que ahora mismo tengo en la cabeza. Podría decir que no tiene nada que ver con tanta palabreja rara, podría decir que tiene todo que ver, porque arrastra el resto.

Es como cuando la pulsera que le regalé. La dependienta, no conociendo el ancho de su muñeca, me dijo que ella llevaba una igual puesta y me preguntó:

¿Cómo es ella? – intentando comprobar si le iría bien.

Preciosa, es preciosa – contesté yo sin pararme a pensar en nada más y provocando unos ojos de no entender, primero, y una carcajada, después.

Y aquí estoy, con ganas de hacerla partícipe de cómo me ha ido esta tarde. No pienso en el trabajo, ni en el esfuerzo, ni en la cara del “jefe”, ni en signos aprobatorios y palmaditas en la espalda. No sé si es normal. Me quedo con eso, con que puede que, como digo, estas cosas que pasan vayan todas juntas.

Gran trabajo, quedó de nivel, bla bla bla… – me dicen hace unas horas.

Pues ya pasaré a enseñarte la vivienda que tenía pensado hacer – contesto esta vez yo. Palabras que, sin que nadie lo entienda, viene a significar el preciosa de antes.

En realidad es lo mismo. Es inevitable que esté presente. Lo está en los momentos de sala de urgencias (la primera), ni les cuento en momentos como este.

Porque hay cosas en las que no se manda. Como que ha estado sentada en un lugar privilegiado observando como hacia cada línea, como que cuando paraba intentaba sacarle una sonrisa, como que me gustan las ojeras que tengo porque sé de qué son, porque me construyo más cada día, porque me reafirmo, porque a veces –sean como sean las cosas- das con esa persona. Y quieres, y eres feliz, y te sientes bien, y amas, y lo estás, y deseas, y trabajas, y sonríes, y peleas, y tienes ganas de dar todo y dormir, así, en paz.

Eso es, en resumen, lo que saco de esta tarde: que el verdadero éxito no es el aparente, sino el que quizá me muerda la boca y calle, por el que estoy escribiendo, porque el éxito es pensar que, pase lo que pase y sea como sea, sería así.

El éxito…

Comprar una botella de vino y llegar a contárselo

Ponerle a la par sonrisas y besos

“Perder el tiempo” de cualquier forma

Esperar unas manos entrelazadas al dormir

Anochecer en la luna

Y amanecer de nuevo con las mejores ojeras.

Esas que quieres tener

Y pintan en la cara el más gustoso

De todos los retos - - - -

- - - - - - cada día.

…eres tú.

Tuesday, February 13, 2007

Carnaval



Frente al espejo del tocador, era donde se encontraba. Un reflejo no siente miedo. La realidad tenía numerosas perspectivas en aquella proyección onírica de si misma. Era terriblemente deseable, terriblemente sexy.

Cientos de proteínas y derivados químicos que no conocía daban aroma de transformación al ambiente. La envolvían como una segunda, tersa y aterciopelada piel. Aquella que renacería de la primera, la escamosa y rugosa. Diferentes botes de cremas hidratantes, exfoliantes, antiarrugas, rejuvenecedoras, nutritivas… Bendito fuese cada uno de los laboratorios que se las suministraba vía hipermercado. En esos sitios no había preguntas, ni te miraban directamente a los ojos. Cada pequeño autómata despeñaba la función para la que había sido programado.

Buenas tardes… su compra asciende a… ¿se lo envuelvo para regalo?... su cambio… gracias por su compra… que tenga buen día…

Era perfecto.

Y frente al espejo del tocador, rodeada de aquel pequeño paraíso artificial, pretenciosa extendía, como sobre la piel de un bebe, aquellos bálsamos que le habrían de llevar a lo atemporal e incorrupto de la carne. Al clímax de la perfección cutánea.

Decidió un azul eléctrico para los ojos, poniendo ambición marina sobre el negro abismo de los filamentos de sus pestañas. ¡Calienta pollas!, pensó para sí con enojo mientras su entrepierna empezaba a palpitar. Un rosa palo evocaría a tiempos de pétalos en su boca poniendo primavera en un otoño avanzado. Rojo fuerte en las uñas postizas evidenciando su tortuosas ganas de rasgar otra piel.

Golfa policromía. Princesa de artificio.

Los más de 4000 euros gastados en interminables sesiones harían que la carísima ropa interior y el vestido de terciopelo color turquesa se deslizasen por su piel sin encontrar resistencia de vello.

La Venus de Alabastro empezó a masturbarse frente a si misma y no tardó en llegar al orgasmo. Estaba preparada para la noche. ¿Estaría preparada la noche para ella? Mirando el resultado obtenido, merecía la pena apostar. Colgó de su brazo un Louis Vuitton y metió una mano dentro sintiendo el frío mortal del revolver. Estaba decidida a hacerlo. No consentiría una negativa más a verla. No podía pasar sin él. No había consagrado su alma en satisfacer a aquel seboso vicioso, pervertido y desagradecido. No para esto.

Nadie oiría nada. El jaleo del pasacalles le daría el tiempo suficiente para huir. En carnaval cualquiera puede ir vestida de fulana. Así que sintiéndose más que nunca dentro de su auténtica piel, disfrazada de barbaridad…se puso en marcha.

Antes de hacerlo le pondría de rodillas y se la metería en la boca mientras el cañón del revolver descansaba en su nuca. Porque ella no tenía la culpa de nada. No de sentirse mujer. No de sentirse mujer por mucho que un pene le colgase entre las piernas.

Sunday, February 11, 2007

Rendidos de amor


Deja que hablen esta noche mis ojos

Con febriles destellos por poseer

Tus pupilas hambrientas de carne

Tu lengua seca de sed.


No escribiré hoy más carácter

Que un “vamos a hacerlo” en tu piel

Grabando con runas de fuego

Tu pelvis encabritada

Escurriendo cada dedo

Por el camino a recorrer.


No lea mi boca más novelas

Que los pliegues de tus piernas

Ardiendo por recibir, la saliva de mis labios

Mezcla salada y espesa

De la fuente que quiero beber.


No recojan tus caderas otra cosa

Que mis manos nerviosas por juntar

En anclaje lento y preciso

Tu mitad con mi mitad.


Y marca el ritmo que quieras

Sentada sobre mí

Enrosca tu lengua a la mía

Hasta que empecemos a gemir.


Haz mi parte de golfo

Esclava de tu saber

No hay distancia ni tiempo

En el sudor derramado

Que de tu cuello a mi pecho

Empieza a caer.


Amplía la cadencia, empiezo a latir

Cómeme la boca y haz que empiece a subir

La esencia extasiada y fértil

Que te llenará de mí.


Trepa, dilata, menea, funde, aprieta, muerde, lame, grita, araña…


Haré de caliente lecho

Déjame hacerte sentir

Que palpita mi cuerpo por llegar

Al momento en sincronía de estallar

Tú en mi yo en ti.




Hoy digo te quiero, así.

Friday, February 02, 2007

De hábitos y monjes

Perdonen ustedes la indignación, pero si no lo digo reviento y no es plan, que uno se va haciendo mayor y no quiere adolecer de ulceras…

Como dice Irvine Welsh en Trainspotting: “Dentro de cincuenta años no habrá ni hombres ni mujeres, solamente gilipollas”.

Les cuento. Hace unos días, sobre media mañana, llegaba a casa más contento que unas castañuelas por razones que no vienen a cuento. Entré en el portal y al subir la escalera topé con unos vecinos con los que no había tenido el gusto de encontrarme antes. La familia en cuestión estaba esperando el ascensor pacientemente, hablando de sus cosas, hasta que llegó el menda lerenda a romper la placidez dialéctica entre padre, madre y churumbeles.

Correspondieron a mis “buenos días” con otro igualmente cordial y ahí hubiese acabado la cosa de no ser porque Álvaro, el “mayor” de los nenes, miró hacia arriba con una sincera sonrisa y me preguntó: ¿Cómo te llamas?

Yo, que otra cosa no, pero boca tengo para dar y tomar, le respondí diciéndole mi nombre y preguntándole por el suyo.

Álvaro, me dijo, sin dejar de sonreír. Empezamos una pequeña charla sobre meteorología a raíz de lo abrigado que iba. Sobre los juegos en la nieve que había caído el día anterior. Sobre lo bien que estaba no tener cole y pasar el día jugando en casa. Sobre lo valiente que era al no tener miedo de montar en el ascensor. Sobre su hermanita, que dormida en el carrito de bebe, se llamaba no sé cómo y estaba todo el día en brazos de Morfeo. Una charla tranquila que estaban observando y escuchando su madre – que no dijo nada, pero también sonreía- y su padre – que tampoco dijo nada, pero que me estaba haciendo una evaluación militar que ya quisiera un Coronel-.

Llegó el ascensor y subimos en él Álvaro, el pater familias y un servidor. Yo paraba en el quinto y ellos en el séptimo.

Vale.

Mirad, soy el tipo más normal que os podáis echar en cara. No soy portador de ninguna enfermedad de transmisión cutánea, me aseo como el que más, hablo por los codos pero con educación, en mi sitio, la mayor parte de las veces con simpatía. No sé. Normal. Voy normalmente en vaqueros, camiseta, chupa de cuero, botas con un poco de puntera, un pendiente en cada oreja, perilla bien recortada, un poco de perfume y poco más. Alguna vez me han dicho “macarra”, pero siempre ha sido gente que me conoce bien y saben que de macarra (o como tal término puede ser definido peyorativamente) nada de nada.

Pues parece ser, jomios y jomias, que el hábito para algunos si que hace al monje. Tanto es así que cuando llegué a mi planta y me despedí de Álvaro con un “hasta pronto, salao” me fijé en la mirada que su padre me estaba profiriendo. Esa de “ven aquí, hijo, y cuidadín con éste” agarrándolo del brazo y acercándoselo hacia él mientras la puerta se cerraba.

No di crédito. ¡País!

La verdad es que, aunque me resbaló la escenita, me sorprendió que a estas alturas de la vida ¡oh señor, asístenos! Mister notarrimes-al niño-con-esas-pintas diese tal ejemplo a un niño que se quedó mirándole como diciendo ¿qué pasa, qué he hecho mal? Lo siento por el chico, claro, no por mí, ya que curtido de tontos estoy desde hace mucho. Pero que se proteja a un crío de la simpatía, la educación, las buenas palabras y el cariño (su madre un encanto, por cierto) me es inconcebible, tengas o no agujeros en las orejas.

En fin, supongo que hay educadores a quienes más valdría educar. Tontos que van de listos. “Macarras” que no tienen problemas para charlar con un chiquillo y chiquillos tan salaos como Álvaro, que espero no tomen el vicio de juzgar monjes por sus hábitos.

Saludos del vecino del quinto ¡BUUU!