Saturday, March 31, 2007

Trabados (continuación 6)


Imagen: Cuadro suyo.No hay filo que corte algunos cielos.


Chapter Seven: Dagas y Damas


Fueron extraños los primeros días sin ellos. Aunque me sentía con total libertad para hacer cualquier cosa que se me antojase en casa del Señor Existencia Imposible, aunque Víctor me hubiese dejado en el primer cajón de la mesilla de noche un sobre con la mitad del dinero “recaudado” en la boda sin que me enterase la madrugada en que salieron de viaje. Por mucho que llevasen tres semanas lejos, sólo fuesen dos meses los que estarían fuera y yo estuviese completamente recobrado como para valerme por mi mismo. A pesar de ser mi propio administrador de tiempo: busca un trabajo, duerme ocho horas, come en condiciones, ve la tele, deja el tabaco…vuelve a empezar. Hazlo sin prisas y…

a pesar de todo, fueron días extraños.

Salía a pasear a menudo abrigado por una profunda melancolía, fruto, precisamente, de esa absoluta tranquilidad después de haber perdido todo y haber vuelto al tren que (quizá por distintos andenes, puede que en diferentes vagones, sin duda con divergentes destinos) todos compartimos.

No sé que me llevó a mi antiguo barrio aquella tarde de finales de Mayo. Quizá la subconsciente idea de enfrentarme a todo lo que había sido antes. Aquel lugar aún tenía el olor de Mikel Zalayeta envolviendo cada mota de polvo, cada cara conocida, cada voz familiar, cada esquina.

El viejo Yang estaba donde siempre: sentado a la entrada del portal en su vieja silla escolar de madera. Haciendo lo de siempre: leer un fino y amarillento tomo de historias del viejo oeste que seguramente había comprado en algún stand de la Feria del libro un mes atrás. Alzó la cabeza y al reconocerme su vieja mueca de eterno disgusto afloró en su cara para acto seguido dedicarme un arqueo de cejas como saludo. Desde la otra acera correspondí al envite con una inclinación de cabeza amistosa. Estaba más viejo, más arrugado, más sumergido y desilusionantemente acostumbrado a su pérdida y carencia de sueños. El viejo cowboy negó algo para sí y dejó de prestarme atención.

Encendí un Camel y miré hacia arriba escudando mis ojos de la luz con la mano para buscar la ventana de mi antiguo piso. Creo que lo achaqué al calor, pero una vez que la encontré, con sus viejos cruceros de madera verde y asomando a la calle como un pequeño ojo indiscreto que pasa desapercibido observando cuanto acontece veinticinco metros más abajo, algo de mi penetró dentro de la vivienda. Pude verme llamando por teléfono. Yendo la baño. Comiendo. Fumando canutos. Leyendo poesía. Durmiendo. Follando. Riendo y disertando sobre Bergman con gente de lo más variopinto. Perdiendo los nervios y el control. Acabando una botella de vino en mejor y peor compañía.


Vi mi juventud como la noche de mil colores que disfraza el negro espíritu de siniestros corazones palpitantes de deseo. Vi mis ansias como esforzados latidos que bombean fuertes y trágicas olas por someter otra piel a insondables horas de sudor. Me vi cabalgando frenesíes de pastillas y alcohol con mis mejores trajes de gala, dispuesto, una vez más, a empezar la caza. Me vi de todas las maneras posibles. Me vi hasta el preciso momento en el que salí por la puerta dejándome arrastrar. Y recordé retazos de una conversación con Víctor:

- ¿Te has parado a pensar que hubiese sido de tu vida si aquel tren hubiese salido cinco minutos más tarde?

- En realidad no. Y no me retrasé cinco minutos, sino una eternidad.

- Es lo de menos, deja pragmatismos a un lado. Lo que quiero decir es que de haberlo cogido todo podría haber sido muy diferente para ti.

- Si sumase por minutos las veces en las que me he retrasado en coger un tren, no es que mi vida pudiese haber sido diferente. Es que me sale más en la cuenta del debe que en la del haber. Podría decirse que se recortaría a la mitad de un plumazo.

- O puede ser que quizá debas arriesgar más en ella cuando las cosas son de verdad.



***



En aquel onírico momento Paula se deslizó detrás de mí y su brazo asomó por mi hombro tendiéndome sus enormes gafas de sol. Reconocí su voz de inmediato y me puse las gafas más para protegerme de ella y de mi mismo que del sol. Entre nosotros, siempre han sobrado los “qué tal?”.

- Si lo vieras ahora, no lo conocerías.

- Es un buen piso.

- Sí que lo es. Llevo una semana viviendo en él.

- ¿Cómo? Eso es imposible.

Me giré y allí estaba de nuevo. Frente a mí. Frente a todo lo que había pasado. Frente a todo lo que tenía que pasar. Frente a mi vida. Y lejos de lo que hubiese pensado no le pregunté por qué. No en aquel momento en el que me perdí en sus ojos sonrientes y sus labios que, a pequeñas mordidas, acababan con el helado que sujetaba su mano y que se empezaba a derretir.

- Tienes buen aspecto, Mikel.

- Tú el de siempre. Es el mejor cumplido que te puedo hacer ahora mismo. Perdona, pero si había alguien a quien no esperaba ver hoy aquí era a ti.

- ¿Ah, no? Suponía que venías a enfrentarte al pasado. Aunque has tardado mucho en venir, cariño.

Pensé que iba a correr la misma suerte que la bola de chocolate. Que empezaría a derretirme por todos lados con aquella sonrisa.

- Tengo que darte la razón, me conoces demasiado. Pero a pesar de eso hace mucho tiempo que… ¿cómo que vives aquí? ¿Cómo sabías que…?

- De la única manera posible – me cortó poniendo un dedo en mi boca - piensa.

- Sólo pueden haber sido ellos.

- Entonces han sido ellos.

Iba a empezar de nuevo con mil preguntas, pero volvió a cortarme.

- Tranquilo, son encantadores y están bien. Oye, cielo, tienes una pinta ridícula ahora mismo. Devuélveme las gafas, subimos, y nos contamos todo.

Y aquel tipo ridículo, desecho de calor, nervios, escepticismo y al borde del colapso, siguió sus caderas y olor deseando no perder nunca más su tren.

Aún a día de hoy no consigo convencerme de que todo lo que había tenido que ver con que ella estuviese allí pasase de la forma que me contó.

4 comments:

Alunizado said...

Reina:Lo tiene en la anterior.

Beeeeeeeeeeeeeeeeeso.

La puta que no te parió said...

:)

La puta que no te parió said...

Bueno, bueno, hoy que tengo aire en lo pulmones como para más de un monosílabo, ya sabe Ud. que agradecerle no me alcanzaría, ahora sí, no pudiendo evitar mi naturaleza y para amenizar en lugar de pedir esta vez pregunto.
Gato esta historia depende de Ud. hombre(macho),(que es quien la está escribiendo,obviedades entre parentesis), ¿La va a seguir haciendo triste?, mire que lo de Cristina "nos" cayó como un golpe en la boca del estómago y no soy la única que lo sintió así a muestra de comentarios.
Ya hay tanta historia para llorar dando vuelta, no sea malito pliiiiiiiiiiiiiiis.

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso

PD: Si me la cambia un poco bajo mi blog (que no es presisamente una oda a la alegría).

Alunizado said...

Reina:Ya vamos llegando al final del viaje,y usted que pasa siempre por este rincón y lee cuanto escribo,está en primera fila de vagón.

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso,por todo,querida putita.Y deje el comentario que-y sobre lo que quiera.