Tuesday, March 06, 2007

Trabados (continuación 2)


Imagen: Cuadro de M.Barada, cuyas obras dan alma a esta historia.

Chapter three: Lluvia, prozac
y el Señor Existencia Imposible

¿Lo que recuerdo? Recuerdo el cielo. Plomizo e inmisericorde. Lo recuerdo no mirando hacia arriba, sino de frente. Recuerdo la cúpula gris allí arriba escupiéndome milimétricas gotas. El contacto con mi frente y su rápida evaporación. Recuerdo la lluvia.

Recuerdo mi espalda rígida contra el suelo. Debía ser tarde. Recuerdo a las dos putas que me quitaron la mochila. Tenía el cuerpo tan agarrotado que no sentía las piernas. Me sentía tan frágil que me daba la impresión de que si apretaba demasiado los dientes masticaría cristal. Al principio pensé en una infección de estómago. Me había pegado en las tripas con un bate. La fiebre me había derribado, me estaba devorando.

Pero, cuando por más que me esforzaba, no conseguía ver ni escuchar otra cosa que mi propia voz interior me convencí de que era mucho más que una fuerte infección. Llegaría la manta, la bolsa, el papeleo, el sumario y levantamiento de acta. De entre toda la basura humana que lo hace a diario sin que te enteres, yo era el siguiente. Era el turno de Mikel.

Me estaba muriendo.

Y curiosamente lo último de lo que sería consciente iba a ser del azul del mar embravecido clamando por unas sirenas que me llevasen.

-¡Escucha, no cierres los ojos! He pedido una ambulancia. ¡Mírame chico, mírame! ¡Aguanta hasta el hospital!

No es que yo quisiera dejar en medio de la calle mí último suspiro, pero sintiéndome engullir por aquel profundo azul, según Víctor conseguí balbucear:

-Y después ¿qué?

-¿Después? Después dejarás de hacer el gilipollas y permitirás que me ocupe de ti.

-No puedes ser real.

-Eso es, no existo. ¡Ya vienen, tú sigue mirándome!

Lluvia, sirenas, cemento y mis lágrimas tragadas por el mar.


***


-No lo pienses más. Me estabas esperando, es todo. Venga, duérmete.

Intentar cerrar los ojos cuando alguien te come la cabeza con rollos de ese tipo es jodido. Lo más fácil es caer en la tentación de replantearte la historia del madero. De la cruz carcomida. Ves a la Virgen vestida de blanco dándote un buen chute de prozac. A San Judas haciéndote una biopsia de faringe. A San Miguel entubándote los pulmones. Al jefe de todos dando el Credo: mirad desgarros anales, haced un examen tracto intestinal, escáner de la cabeza, analítica completa, nivel de plaquetas, buscad escarificaciones y contusiones…

Ves a los doce apóstoles discutiendo a toda hostia sobre si eres un picota, o un sin techo, o un potador del VIH. Lo ves en sus ojos. Ves que eres todo eso durante horas.

Y después el cerco se estrecha y ¡Bingo!

Te sedan, te clasifican, te suben a planta y te dan la comunión en forma de píldoras de colores.

Pero tú sólo crees en San Coma, Santa Sífilis o San Paciente Terminal. Los llevas tratando toda la vida, sabes de qué van. Son Santos famosos que tienen sus propias series de televisión. Y quieras o no, cuando estás en un hospital, es la única Biblia cierta. La de tu historial clínico.

Es difícil intentarlo así. Es difícil dormir cuando abres los ojos y te encuentras con un desconocido sentado a tu lado que te dice que “le estabas esperando, que eso es todo”. Jodido, muy jodido. No estoy conectado a estos cables y tragando suero porque eso es todo. No tengo ganas de vomitar porque eso es todo. No estoy meando en una bolsa porque eso es todo. Y lo peor de ese todo, es que me acojona pensar que sea así.

Víctor, el Señor Existencia Imposible, me está mirando y me dice:

-No lo pienses - Me fijo en sus manos de porcelana. En sus pantalones de tela. En sus lustrosos zapatos. En su suéter de algodón.

-El Doctor dice que respondes bien - Me fijo en su franca sonrisa. En sus inmensos ojos azules. En el mar - ¿Me estás escuchando?

-Si voy a morir quiero saber en qué lista de causas de muerte van a meterme. ¿Qué tengo?

-¿Qué tienes? – Empieza a reír- Mucha suerte, chico. Lo que tienes es mucha suerte.

Apoyo la cabeza en la almohada y cierro un momento los ojos. Me cuesta mantenerme despierto, pero lo intento con las escasas fuerzas que tengo. Vuelvo a mirar a Víctor.

-Viendo mi estado, más de uno podría contradecirte en eso.

-Eres un caso. Estás apunto de morir y no cesas en tu empeño ¿eh? En el fondo lo supe cuando me miraste allí tirado.

Tengo el brazo derecho hecho polvo de tanta jeringa. Mi voz es el hilo musical de la última escena de cualquier película romántica. Sólo que mis labios hinchados están para pocos besos.

-No es que no te agradezca lo que has hecho. Lo que digo es que si piensas así, no esperes que juegue a la loto contigo.

-Se me dan bien las apuestas.

-Pues has apostado por el caballo perdedor. Dime, ¿de qué estabas seguro?

Es alimenticio ver la buena disposición que tiene cuando de nuevo vuelve a soltar una risotada. Aunque se me hace raro escuchar mi nombre en su boca reconozco que es agradable.

-¿Y lo sigue dudando, Don Zalayeta? De que va usted a venirse a vivir conmigo. Y créame, podrá devolverme el favor muy pronto.Escuche...

2 comments:

La puta que no te parió said...

Ya me está gustando tanto el Sr. existencia imposible que si no fueran personajes de un libro estaría en problemas, nada nuevo!
Es difícil reconocer si es primero el huevo o la gallina en estas custiones.

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso

PD: Porque no estoy en problemas ¿Verdad? ja ja ja ja! ;)

La puta que no te parió said...

No te tienen publicando tan seguido parece, ¿Ves?, los acostumbras mal y ahora yo tengo que esperar para poder leer el próximo capitulo.
¿Te paso mi mail o los vas a acostumbrar a otro ritmo en breve?

;)

Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeso