Friday, November 16, 2007

El gran salto

Señoras y señores, asiduos de este lugar y grandes estimados. Notarán a partir de ésta que la frecuencia con la colgaré entradas en El Gato y la Luna será menos constante. Eso no quiere decir que pasen meses entre ellas, pero sí que apareceré menos que hasta ahora. Desde hace mucho tiempo siento la necesidad de contar historias, unas veces van acompañadas de acordes y otras de teclas. Ustedes participan de las segundas, y a esas voy a referirme.

Cuando conocí esto de los blogs, pensé: Oye, ¿por qué no?

En aquel momento parecía una buena idea y a día de hoy me alegro de haberla llevado hacia delante. Recuerdo a los primeros en dejarse caer por aquí: Don Pimienta y Don Nimepeino. Vinieron Malena, Calma, Pau, Eritia, Iralow…Tremendo, J, Ana…bueno, todos los que habéis formado parte de esto en algún momento. Siempre dejando comentarios, muchos de ellos sorprendentes para mí. Nunca he querido hacer caso de cierto tipo de cosas, pero he aquí que no habéis sido los únicos en los que me las he encontrado. Y a base de animarme tantas veces se me ocurrió presentar un par de relatos a concurso. Una forma de hacer el bobo como otra cualquiera, pensé. Por probar que no quede. Ya que los tengo escritos…y bla bla bla, ya sabéis.

Y resulta que gustaron. Y resulta que conocí gente que se dedica a esto. Y resulta que me veo envuelto ahora en lío de tres pares de narices.

El lío es que me han y habéis convencido. Sí, por mal que suene así es. Hay una editorial interesada y empeñada en que escriba algo que pase de las 150 páginas manteniendo la misma “fuerza” – lo llamaron- hasta el final, hasta el The End. No tengo ni idea de cómo hacerlo porque NO soy escritor. NO he dado clases de escritura narrativa ni NADA por el estilo. Sólo cuento historias. No sé cómo llevar a cabo eso de ser “un soplo de aire fresco” o “novel vertiginoso” -lo llamaron-. La expectativa me hace temblar y si está puesta en mí mucho más. Esto ya no es escribir una entrada a lo loco, ni un relato coherente con una línea argumental más o menos interesante. Esto es un lío de tres pares de narices al que he dicho: sí. Y gilipollas de mí, me encanta.

¿Dónde llegará todo esto? Lo único que puedo decir es que no quiero quedarme en el intento ni preguntarme dentro de diez años qué hubiese pasado. No sé si es buen momento, pero es el momento. Así que, aunque sé que me va a costar -sumad la vida "real"- mucho tiempo y neuronas (posiblemente para nada): allá voy.

Y por el afecto que os tengo a vosotros y ser parte muy importante de mi ánimo, os dejo el primer borrador de lo que espero sea el prólogo de otra de esas historias. Ojala que esta vez con final feliz, para quien la escribe: Servidor de ustedes.



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Esto no debería empezar así.

Es lo que diría cualquiera que viese el revolver encima de la mesa. Al menos cualquiera que no hubiese participado en todo esto. Es lo que diría quien lo viese desde afuera. Incluso alguno entre ellos pensaría que no es forma de comenzar. Claro, que ellos están muertos y no pueden decir nada; pero de poder hacerlo, de poder subir las escaleras y entrar en este sitio, diría: Esa no es forma de empezar.

El Gordo Tabacoso, diría: Antes de esto, deberías presentar la escena. Detallar al milímetro esta habitación. Plano americano y travelling derecha-izquierda para pasar a un primer plano. Diles que yo os dirigía, lo bien que quedaban las escenas. Nunca dejaba un detalle sin plasmar. Mi forma de decir: ¡corten! Que era un gran director. Diles, diles…

Aunque para ser sinceros, no me agrada la idea de tener que empezar de esa forma; si no necesario, quizá si sea conveniente hacerlo. No por el hecho de que haya mucho que contar, seguro que todo el mundo se ha hospedado en un sitio como éste alguna vez, sino más bien para aclarar por qué lo elegí.

Me encontré con el anuncio por casualidad. Estaba tomando café en Tartypas, la cafetería dónde solíamos ir después de cada rodaje, sentado junto a la cristalera que daba a la calle. Teníamos una semana de descanso forzado hasta que arreglaran la cámara con la que grabábamos y como todo el trabajo de edición y montaje corría a cargo de Jorge, llevaba tres días sin pisar el estudio. Tiempo que dediqué casi exclusivamente a leer un par de libros que me habían regalado por mi cumpleaños y que aún tenía pendientes, y a incrementar mi deuda con el tío que nos pasaba las anfetas. Dejé el primero a medio leer, un rollo místico sobre meditación oriental que acabó por aburrirme y pasé inmediatamente al otro, titulado “Placeres del sexo anal: Del culo a la boca” que me pareció muy interesante. Mientras aprendía cómo dilatar el agujero de atrás con la lengua antes de pasar a la penetración pedí un trozo de tarta de queso cubierta con mermelada de arándanos y una segunda taza de café bien caliente.

Corté un trozo de tarta con el tenedor, procurando que la capa de mermelada no se quedase en el plato y me lo llevé a la boca. Mientras aquella maravilla esponjosa se deshacía en mi paladar pensé en aquel rumor tan sonado de años atrás.

¿Recordáis aquel programa de televisión? Aquella historia de la niñita. El programa había metido una cámara oculta dentro de su guardarropa porque un cantante famoso iba a aparecer de improviso en su casa para darle una sorpresa. Creyéndose sola en casa fue al frigorífico a por un tarro de mermelada mientras el zoom de la cámara barría las paredes cubiertas de posters, al punto de no saber el color de la pintura del cuarto. La familia tenía un perro, un chucho de pelo largo sin raza. Cuando la cría regresó al cuarto abrió el tarro y, con íntima complicidad, llamó al perro mientras empezaba a abrir las piernas…La sorpresa se la llevaron los padres y los directores del programa, que fundieron a negro al instante. El público no daba crédito. Todo el mundo pasmado.

“Pasamos a publicidad y en seguida volvemos” – alcanzó a decir la presentadora con la boca abierta en una mueca como de muñeca hinchable. Es lo que pasa cuando emites en directo. Te arriesgas a que a crías sin apenas vello púbico les de por jugar con sus mascotas. Nadie supo a ciencia cierta qué había pasado, pero todo el mundo lo dio por sentado.

El Empalmado, diría: Es lo que te digo siempre de la imaginación. La imaginación es un arma poderosa. No hace falta un metesaca en primer plano para poner a tono al personal. Eso pasó a la historia. La gente quiere ver cosas que no ha visto nunca, quieren desatar su morbosidad en la intimidad de su cuarto frente a un ordenador. La gente quiere ver incestos, pollas monstruosas, tías con tres tetas y cosas por el estilo. Dales una puñetera cría con un bote y un perro meneando el rabo y les tienes suplicando a tus pies. Ya sabes de qué hablo. Cuéntaselo…

La camarera con mechas, de unos cuarenta, se fijó en una foto del libro y mirándome de reojo, algo ruborizada, me hizo un gesto negativo con la cabeza. No era lugar para eso. Cuando volvía a la barra con la bandeja, no pude evitar mirar su prieto trasero y preguntarme si ella también tenía un chucho en casa que sustituyese a su marido cuando este saliese a trabajar. Bebí del café, me encendí un cigarrillo, cerré el libro y miré a la calle. Hacía un siglo que no me sentía tan relajado, o eso me parecía. Por la Plaza Mayor la habitual escena de las once de la mañana: gente vestida de traje entrando y saliendo de bloques de oficinas, estudiantes saltándose sus clases en la universidad, señoras cargadas de bolsas llenas de comida y ropa, colas en los cajeros automáticos, mensajeros a la carrera…todo el mundo ocupándose de sus asuntos. Encendí otro cigarrillo y empecé a hojear el periódico local.

Política, nada. Opinión, nada. Actualidad, nada. Sucesos, nada. Ofertas:

“Se alquilan cuartos para una persona en zona Hospital, junto al parque Gasset. Barato, pensión completa, amueblados. Apartados del ruido del centro. Ideales para gente tranquila y estudiantes serios. Abstenerse inmigrantes y prostitutas”

Y un número de teléfono. Me decidí porque estos siempre echaban pestes de esa zona. Si había un sitio donde jamás pensarían encontrarme era allí. Además, la ausencia de drogas y putas jugaba a mi favor.

Entonces alzo la vista y miro alrededor. Después de dos días encerrado aquí dentro es la primera vez que me fijo en el cuarto y la verdad es que acostumbrados a los hoteles de lujo que frecuentábamos esta habitación es para echarse a llorar. Hace dos meses estaría tirado en una cama de dos cuerpos con un colchón Bultex masajeándome las lumbares y bebiendo un Perrier Jouet como quien se bebe un vaso de soda. Así nos lo montábamos. Seguramente pediría algo de comer al servicio de habitaciones y me pasaría la tarde mirando catálogos de Dolce, Viceroy, Armand Basi o Gucci.

Miss Garganta Profunda, diría: empieza con lo que llevas puesto encima, tu corte de pelo. Olvida los zapatos, son horribles, pero diles que fui yo quien te eligió la ropa. Diles como solía ir vestida yo. No había nadie que luciese así una falda. Háblales de mis bolsos y complementos siempre a juego. Cuéntales lo preciosa que era, por favor…

Miro el cigarrillo que se consume apoyado en el cenicero. Antes de que el fuego siga devorando el papel y haga desaparecer el nombre que aparece sobre la colilla como irán desapareciendo los nuestros. Apurados, exhaustos, consumidos y dejando en el aire un olor intenso a nicotina y alquitrán que durará tan solo lo que otro cualquiera tarde en abrir la ventana. Entonces todo rastro de que alguien fumó aquí desparecerá. Como nosotros. Sólo humo.

Todos, dirían: Antes de esto deberías describirnos, ubicarnos, contar ¿qué? ¿Quién? ¿Cuándo? y ¿por qué?

Dirían: Ya sabes.

Sí, lo sé. Es más, es la única forma de que me dejen tranquilo. De dejar de escuchar sus voces, todas a la vez, rogándome para que les ponga a unos delante de otros como actores principales, como estrellas del reparto. Oigo sus voces impacientes, apremiándome y en honor a ellos, a cuanto ha sido y a la forma en la que ha sucedido todo debo empezar esta historia así: deprisa.

De la misma manera en la que lo hemos vivido. De la misma endemoniada forma en la que todo se ha ido al traste. Igual de rápido que utilizaré esta pistola cuando haya acabado si no pasa algo que me detenga. Y los sigo escuchando.

Dirían: Adelante.

Dirían: ¡Acción!

13 comments:

Alunizado said...

Calma: ¿a escribir? Jajaja ;)

Besitos.

Buen fin de semana tí también y a todos.

Anonymous said...

Bueno.... tengo el vello de punta... pero gato, que alegría, estoy emocionada, no sabes... he tenído un día chungo, con los biorritmos muy bajitos, pero tú me acabas de dar el subidón que necesitaba, de veras Fernado, me alegro un montón, es fantástico. Siempre he pensado y me he hartado de decirlo en mis comentarios, que tienes madera de escritor, eso se tiene o no, es un don, y tú mi niño lo tienes.
Me fascina la historia que has empezado a escribir, no te pierdas por favor, ven por aquí de vez en cuando, ni que sea dime algo, sabes que aunque no estabas yo seguía dejándote comentarios, y tantos meses sin saber de ti.... ufff, y desde luego, quiero un ejemplar firmado de tu libro y una copa de vino que alzaremos para celebrarlo querido gato. Pasa mañana por mi casa, que seguro que hay fiesta en tu honor....
Besos... se te quiere encanto.

Anonymous said...

Voy a llamar ahora mismo a Malena a B. Aires (no es la primera vez),para organizarte un festorro entre las dos, vas a ver tú...prepárate¡
Ahhhhh se sienteeeeeee
Te achucho

MaLena Ezcurra said...

Ayyyy mi lindo alucinado, lo sabia, sabia que tus letras daban para todo.
En un momento delire que escribias una song para Sabina :)
No digo mas, es que estoy emocionada.

Buena vida, buena tinta!!!

Maik Pimienta said...

Gato, dale a las teclas hombre, que nos saques de pobres a todos. Sobretodo disfrútalo y no te obsesiones con la posteridad...no cuentes con ella y escribe para ti. Escala con la uñas de felino y diviértete mucho. Un abrazo amigo.

Lol V.Stein said...

Enhorabuena, artista, me lo he leído del principio al final, y hay que reconocer que tus relatos enganchan, y que escribes como quieres.. Suerte y gracias por tu visita.. la verdá es que aunke sea algo tajante o redical sólo sé escribir volcándome en lo que siento y soy.

Un besico

Alunizado said...

Calma:Ay,Calma,Calma,no dejas de ponerme coloraico.Que no sé qué contestarte golfa.Leo tus comentarios y sólo alcanzo a decir que puedes dar por sentado,si esto sigue hacia delante,ese "dime algo".Leí tus comentarios cuando regresé y no deja de emocionarme que hayas estado por aquí en mi ausencia.Eso es lo más importante,saberte ahí.No dudes que andas siempre sentada en el palco VIP de mis letras.

Toda mi gratitud y un beso,de verdad de la buena.

Malena:Uffffff,qué grande,gigante,
estratosféricamente enorme me queda esa pluma,jajaja.Mejor le dejamos a él solito que es perfecto así.Deliremos con él siempre.

Gracias por el afecto,sé que no es simple tinta.Besicos,chica incendiaria,por los rituales.

Don Pimienta:Igual que un niño con una pleisteision nueva.Si no ¿de qué y pa qué? ;)
Ahí le vamos dando,a ver qué pasa.Eso sí,tú no dejes de inspirarme que lo tuyo es de traca macho.La poesía pimentosa siempre enriquece mis platos.

Un abrazo,amigo(y lo de Don,así,con mayúsculas).

lol v.stein:Para mí es la única forma de hacerlo,lo de escribir digo.Siendo así,nunca hay limitaciones.De ná,mujé,pa mi es un placer dejarme caer por allí.Gracias a tí por los buenos ratos que me haces pasar.

Un beso.

Anonymous said...

Desde Calma, he entrado a tu blog, que no conocía, y te doy la enhorabuena por tu próximo libro. No dejes pasar este tren, no lo dejes por nada del mundo. Suerte

Un abrazo

cieloazzul said...

Y ahora vengo con el tequila, la sal y el limón a brindar!!
Muchas Felicidades Fernando...
Calma me ha hablado de ti y yo confío plenamente en la intuición de mi amiga!!!
Asi que me verás muy seguido por aquí, siguiendo ésta espectacular entrada a lo que seguramente será todo un éxito!!!
ENHORABUENA!!!
Un beso y un abrazo!!!

Maik said...

Enorabuena hombre, he estado en la habitación de calma y pdazo de post que te a dedicado. Una noticia así, bien lo merece. Un saludo.

Esscarolo said...

Hola.

Me ha traido por aquí el fiestorro de Calma. Enhorabuena. Me ha gustado mucho lo que he leído.

Suerte.

Anonymous said...

johnymepeino deja la pantalla del ordenador, se levanta con presteza de la silla, se dirige al comedor. Al enfilar el pasillo toma carrera y en un momento determinado empieza a patinar, se tira al suelo con las rodillas abiertas y al finalizar la corrida tira hacia atrás el codo derecho con el puño cerrado y grita: ¡Bieeeeen!.

Y me quedé tan ancho.
¡Enhorabuena Gato!. Jode perder un amigo, pero al menos sabré que lo dejé en estado de felicidad.
Un abrazo ;)

Eritia said...

Gato querido, ¡que notición!, no me sorprende sólo me alegra mucho.
Vaya que tus relatos merecen dibujarse con tinta sobre papel
(que sigue pareciéndome el estado más feliz para que germine la belleza de la palabra)...

Disculpa mi tardanza en pasar por aquí, algún día te contaré los
ingratos afanes que me ocupan
estos días.

Abrazos que abrazan.