Thursday, September 07, 2006

Tiempos inconclusos (1)


Dice la canción que “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. Yo, que puedo contar, y no me dejaría ninguna, las veces en las que realmente lo he sido, vuelvo de vez en cuando a tomar asiento en primera fila, porque, como fulano de tres al cuarto que soy, no hay lugar al que no me guste regresar. Y allí estaba, esperando con un bourbon el reencontrarme con quien me la dio una vez. El por qué es lo de menos, digamos que aunque corra el riesgo de que me mate, adoro la curiosidad. Hacia casi dos años que no la veía y dispuesto a que me rompiera en la media hora que le durase el capuchino de nuevo el corazón, una vez me llamó para ponerme al corriente de que estaba en la ciudad, quedé con ella en el club de jazz al que solíamos ir. No había mejor sitio para vernos. La tenue luz disimularía cualquier gesto inconveniente, escondería los estragos inevitables que nos pone el tiempo en la cara, nos obligaría a guardar la compostura, en el más que posible caso de sentirnos incómodos su hotel y mi piso no quedaban lejos y por último, había sido nuestro rincón. El sitio perfecto.

Cuando me estaba llevando la copa a la boca por tercera vez, apareció. Llegaba tarde, como siempre.

-Seguro que estabas pensando que no vendría.

-Estaba a punto de irme, en realidad. Sin embargo ya sabes como me gusta este sitio, me he acabado por acostumbrar a su mal whisky y decidí esperar un poco más.

-Ya, bueno, tú siempre igual ¿vas a darme dos besos o no? – sonrió.

Me levanté y se los di. Luego agarré la silla que había frente a la mía y echándola hacia atrás la invité a sentarse. Sonó su teléfono portátil y le hice un gesto para que no se preocupara y atendiese a la llamada mientras le servían el café. No sabría decir cuanto tiempo estuvo hablando, posiblemente menos de cinco minutos, que, más que nada, sirvieron para que ambos analizásemos con cuidado de neurocirujano nuestro aspecto físico. Yo había adelgazado visiblemente pero las largas caminatas a las que me había obligado a recorrer en mi intención de dejar el tabaco me daban buen aspecto. Ella poseía esa belleza que sólo una mujer en su situación atesoraba. Cuando colgó, dejé que entrase en calor y probase el capuchino. Volvió a dejarlo sobre la mesa y no pude evitar preguntarle.

-¿De cuánto estás?

-Cuatro meses y dos semanas.

-Supongo que al final…

-Sí, es de Luis y no, no nos hemos casado. ¿Sorprendido?

-En parte. No por el hecho de que estés embarazada, eso era cuestión de tiempo. Es más bien que no me hago a la idea de que mi mejor amigo vaya a tener un crío.

-La gente cambia de ideas, hasta Luis.

-Lo dices con un convencimiento espantoso.

-Es que es así.

-Ya veo. No hay lugar en este mundo para los idealistas, parece ser. Aunque me resigno a aceptar esa idea.

-Lo sé, es parte de tu encanto. Por otro lado siempre has sabido de mis ganas de ser madre. Como bien dices, era cuestión de tiempo y a mí se me estaba echando encima.

En eso estaba de acuerdo con ella. En nuestro último año de relación, cada vez que hacíamos el amor por la mañana antes de irme a trabajar, podía ver como acariciaba su vientre con mimo, ajena por unos segundos al resto de mundo. Después me miraba y susurraba a media voz:

-Podríamos tener uno.

Era una escena que se repetía mucho. Ella desnuda en la cama, dando calor a su piel, pasando con dulzura la mano como si dentro de ella hubiese algo más que la esperanza de obtener de mi parte un sí. Mientras tanto yo iba poco a poco vistiéndome con naturalidad, como si fuese un tema más de conversación. Tenía estudiadas tantas formas de darle una negativa que a veces hasta a mi me sonaban dentro de la cabeza a interminables parrafadas de congreso de diputados.

-No es buen momento, nena, la cámara aconseja esperar al menos un par de años antes de aprobar el proyecto y poder llevarlo a cabo bajo un talante de compromiso y unión satisfactorio para cada uno de los miembros.

La verdad es que a mi la idea de tener descendencia me aterraba. Había sido educado bajo las premisas de: encuentra un buen trabajo, encuentra una buena chica, encuentra un buen sitio para formar una familia…y demás imperativos sociales, pero yo lo más que era capaz de encontrar si tenía suerte era un par de botas nuevas cada invierno, que no se saliesen de los escasos fondos de los que disponíamos. O quizá no fuese terror a eso sino a mi incapacidad sentimental para hacerme cargo de más de dos personas,una de ellas yo. Entonces, mientras divagaba sobre que contestación darle, era ella misma la que ponía punto final al asunto.

Bueno, déjalo.

-Y así acababa todo. Yo me iba a trabajar y ella se quedaba allí, desnuda, y cada vez con más facilidades para tomar la decisión que acabó tomando. Sonó el timbre de abajo,Luis me estaba esperando con el coche.

11 comments:

Paula García said...

Tu historia me estremeció, me encantó, me hizo recordar, en fin... me llenó de silencios...las palabras a veces sobran para expresar los sentimientos.

Por favor sigue escribiendo así, con esa fuerza y a ratos con ese cruel realismo que me deja entre silencio y sonrisas difíciles de disimular.

Volveré por estos lados. Te dejo un abrazo.

Maik Pimienta said...

Ummm....ser padre...aún no estoy preparado para eso, no señor. La prefiero a ella tumbada en la cama, pero sin aspiraciones -aunque bien sé que eso es imposible-. Un abrazo amigo, muy buen relato.

La puta que no te parió said...

Ya se dará cuanta tarde de que no era nada demasiado interesante su aspiración...
O no se dará cuenta...
Es tan fácil caer en la mediocridad que marca la sociedad que el camino de retorno se borra con infinidad de excusas.
¿La verdad?, no sé que es peor, solo sé que si no digo que me parece muy poca cosa su necesidad sería una hipócrita y que le echaste sal a una herida abierta.
Cosa curiosa o masoquismo, ¿Porqué no?, prefiero la sal al empalago.
Beso

P.D. A las madres "abnegadas" que lean esto: Antes de hacer algún comentario adverso de esos que escucho una y otra vez si abro mi boca sobre este tema, sepan que solo condenarían un acto de sinceridad ¿Así tienen pensado educar a sus hijos?.

eggy said...

Me cago en los hijos, yo tampoco sabría qué hacer con uno: cada cuánto cómen, por qué no se callan, por qué no dejan de pedir y, lo más importante, por dónde se apagan.
Por algo la vida me dió hermanos: para disfrutar de mis sobrinos.
Saludos!

Anonymous said...

Tienes un poder tremendo para dejarme con la boca abierta y el corazón tocado... Yo tengo una hija de 14 años y lo único que puedo decir es que ha sido maravillosa la experiencia hasta ahora. Nunca he sido una obsesa de la maternidad, todo lo contrario, en un tiempo ni se me pasaba por la cabeza, luego la tuve y perfecto. Pero tengo muchísimas cosas más que me llenan la vida, entre ellas tú cuando escribes...
Un beso y una sonrisa...

Eritia said...

Gato querido, esta vez me he quedado con un sabor amargo en la boca...
La tristeza me ha rondado
estos días y, sigue regalándome guiños, que sólo se ahuyentan con
un abrazo.

Patty said...

escribes con mucho sentimiento, eso no se encuentra muy seguido, me gusto tu relato, creo ke no hay hombre al ke se le haga facil eso d la paternidad, por supuesto depende d mil factores cmo tu decias, estabilidad economica, emocional, y la edad porke dudo ke alguno de mis amigos (su gran mayoria bordea los 21 años) este listo para ser padre.
bye

Anonymous said...

Dejando de lado la temática y el gran debate yo te voy a decir que cada vez que te leo recuerdo instantaneamente una frase que Cortázar usa mucho para definir sus escritos, y dice algo así (no recuerdo el orden de las palabras):

"Si mi literatura no tuviera ese pulso, ese ritmo, ese swing (que no tiene nada que ver con la rima ni con las aliteraciones), sabría que no sirve, que no estoy yo allí."

Y creo que lo mejor de cada una de tus entradas es eso, que se nota que estás ahí con tu ritmo, con tu pulso y con tu swing.

Un abrazo!

P.D. Cuando vengas a Madrid el finde del 22/9 nos encontramos en el Bukowski bar, voy a ir con Persio así nos conocemos, que te parece?

Anonymous said...

Quiero pedirte que si tienes un ratito hoy visites mi blog.
Hay un pequeño homenaje, que me gustaría viera mucha gente. Es mi homenaje de esperanza.
Un beso, amigo...

MaLena Ezcurra said...

Esas historias que hacen que nos acurruquemos en posición fetal o fatal.

Antes que hijos intuyo que se desea un amor de esos que te quitan el habla.

Siempre regreso a los lugares donde fui feliz.

Abrazos nacarados y luminosos. :*

Alunizado said...

Paula:Comparto tus silencios y sonrisas ¿para qué disimular? Seguiré escribiendo,por supuesto que sí.Ahora bien, espero que tu hagas lo mismo y sigas regalándonos esas cartas postales.

Gracias por tus visitas,te dejo otro abrazo.

Maik:Y menos mal que las tiene ¿no? De lo contrario vaya aburrimiento,jajaja.No estás preparado,dices.Yo no sé si lo estoy,lo que si te digo es que ganas,ahora mismo,poquitas poquitas.

Un abrazo,amigo mio.

Bio:Sal,sí,que el exceso de azucar ya sabes que no es bueno y la sal aunque quema,cicatriza (creo).

Beeeeeeesos porteños.

PD.Pocas madres "abnegadas" abren la boca aquí,en cualquier caso me gustó su PD,mucha razón -como siempre-.

Eggy:Pues sí.Sin contar el hecho de la impresionante actividad de su aparato digestivo,funcionando todo el día.Disfrute de sus sobrinos,por usted y por mi -que aún tardaré en tenerlos-.

Abrazos cordiales.

Calma:Te aseguro que ese "poder" no es premeditado ;) Tus palabras me animan y sonrojan,mil gracias.Me alegro de que haya tantas cosas que llenen tu vida,entre ellas tu nena de catorce años.

Un sonrisa para ti,amiga.

PD.Fui a tu blog y lei la entrada que me dijiste.Preciosa, pero con ciertos temas me pongo flemático y se me hincha la vena.No quise "ensuciar" tu espacio con las palabras que tenía en mente,ya perdonarás.Lo que sí te digo es que me gustó tu homenaje y que lo comparto.Me provocó hacer una entrada con lo que se me vino a la cabeza.Besicos.

Eritia:Ya siento ese regusto amargo,pero las cosas a veces vienen con sal,ya lees.Sin embargo si sólo un abrazo aleja esos guiños...

Uno muy fuerte,querida amiga,a ver si te deja pronto esa tristeza.

Patty:Bienvenida y gracias por el comentario.Una cosa sí te digo,es normal que con 21 años tus amigos no se sientan "preparados",es más,si con esa edad alguno de ellos te dice que lo está,quítale la idea inmediatamente de la cabeza jajaja.

Un beso.

PD.Quién los pillara otra vez!!

Artemis:No sé hacerlo de otra manera.No sé de ritmos.No sé de swings.Lo que sí es cierto es que de no hacerlo así no me sentiría "dentro" de todo esto.Vamos que, ahílasdao!!

Como andarás más por tu blog que por aquí te dejo allí la respuesta a tu pregunta.Por cierto,ya tengo el clavel reventón para ponerlo en la solapa jajaja.

Beeeeeso.


Malena:Ya me estaba extrañando no verte.Regresa a esos lugares que seguro que se te espera ;)Tu intuición es certeza,chica incendiaria.

Abrazos como esos para ti :*