Thursday, October 26, 2006

1/2 Gramo de amor y deslealtad


¡Ya va, joder!

Javi vuelca un poco más en el espejo del pequeño estuche de maquillaje de Marta. A este paso nos la vamos a acabar antes de lo previsto. Llevamos más de quince minutos encerrados en el servicio de señoras y ya empiezan a aporrear la puerta. Javi se está partiendo de la risa. Más de quince minutos dentro. Javi está de puta madre. Está tan de puta madre que no le digo nada cuando desde fuera nos llega la voz de quien aporrea la puerta amortiguada por el God Save the Queen de los Pistols:

¡Que ya os vale!, ¿qué coño hacéis?

Más de quince minutos dentro. Más de medio gramo. Todo en el espejo del pequeño estuche de maquillaje de Marta, la novia de Javi. Por eso siempre está perfecta, por detalles como llevar en el bolso este estuche, por esos vaqueros ceñidos a las piernas, por sus botas negras de tacón, su perfume capaz de ponérsela tiesa a un muerto –no se de qué coño estará hecho- y esa habilidad innata de permanecer toda la noche con su larga melena marrón perfectamente colocada. Perfecta y encantadora. Javi me dice que ya están preparadas y yo pienso en Marta. En nuestra conversación de ayer por la tarde en la tetería cuando me dijo que le iba a dejar, que últimamente se le estaba yendo mucho la mano con la farla.

La de la izquierda es mía que para eso me las estoy currando- me dice. Yo dejo de mirarme en el espejo, pálido y con las pupilas como dos pozos de agua cristalina. Asiento con la cabeza y no digo nada. Tengo el pulso a mil por hora y me empieza a escocer la nariz. Es 4 de Enero, sábado, y estoy en el Antro, en el jodido cuarto de baño de señoras del Antro con Javi esperando que le diga algo.

¿Sabes? Creo que ya sé que le voy a pedir a los Reyes Magos este año.

Me cago en la puta de oros – me dice atónito - ¿ahora estás pensando en eso? Se nos va a enfriar la cena – y mira las dos rayas de coca.

Ahora sí, justo en este preciso instante, estoy pensando en eso.

Sé que le acelera mi actitud cuando me pongo así. De hecho pienso en ello un momento y multiplico eso por las cinco rayas que lleva en el cuerpo. Joder, debe estar a punto de explotar el mamón, debe estar de los putos nervios.

A ver ¿qué hostias le vas a pedir a los Reyes Magos este año, gilipollas?

Respondo tan convencido de mi mismo que por un momento veo en sus ojos la certeza de que sus Majestades me concederán el presente deseado.

Un tabique nasal de platino, eso.

Me mira con mala cara, serio, circunspecto, casi dudando de que yo sea real.

Estás como una puta cabra, tío – y rompe en una gran carcajada antes de encorvase y aspirar la coca con fuerza. Cuando se levanta con el billete de 50 euros enrollado veo una lágrima en su ojo derecho. Ha tenido un buen viaje.

Te vas a hacer polvo.

Tranquilo, y venga, que Marta me mata como no aparezca pronto.

No creo que te mate – le digo yo, cojo el billete y le imito. No le digo nada más. No hablo con él de la tetería, ni de Marta, ni de nuestra conversación, ni de lo perfecta que está siempre. Ni que dentro de unas horas cuando despierte después de habérsela follado hasta arriba de coca van a discutir, van a gritarse y ella va a dejarle. Supongo que lo hago porque le veo de puta madre, porque está hasta arriba de perico y no quiero joderle este momento. Supongo que lo hago porque quiero a mi amigo. No quiero darle disgustos esta noche. Ni decirle que estoy enamorado de ella, de Marta, desde el preciso momento en que nos presentó como su novia y su mejor amigo. Sé que ella sintió lo mismo y que en realidad hemos buscado los dos esta excusa. Ni reconocer lo grandísimo cabrón que soy por dejar que esto pase. No quiero nada de eso.

Así que levanto la cabeza y salimos del aseo apartando a las dos niñatas que se estaban meando en las bragas.

Pide otro para mi – me dice al oído, sonriendo.

¿Cómo?

Sí, otro tabique nasal de platino.

Ya la veo a unos metros, me está sonriendo como ella sólo sabe. La voy a querer siempre.Empieza a sonar otra canción, me sé la letra, voy a cantársela mañana mismo. Antes contesto a mi compañero, al oído también, sonriendo también, puesto de de coca también por última vez en mi vida para estar con Marta. Me juro que voy a dejarlo esta noche y le digo:

Lo que tú digas, amigo, lo que tú digas. ¿Una cerveza?

8 comments:

Alunizado said...

Tenía ganas de jugar un poco en este relato al estilo Palahniuk -con todo respeto y humildad - y ha salido esto.Pues eso,un pequeñísimo ejercicio narrativo.

Saludos.

eggy said...

Pues, ni tan pequeñísimo ni tan ejercicio. Todo un viaje en el pasado (¿pisado?) me has hecho dar. Con 1/2 gramo de por medio no hay lealtad que valga.

La puta que no te parió said...

Cuando la lealtad se mide en gramos todo es posible...
Cuestión de peso!

Anonymous said...

A cuanto venden la lealtad?
Muy buen relato, se deja llevar como en un buen viaje.
Abrazos!

Anonymous said...

Sin haberlo vivido no se puede disfrutar la lectura de tu post. Presentarnos como su novia y su mejor amigo. Es jodido ¿verdad?. Es placentero en extremo, permite extralimitarse sin levantar sospechas. Pues te advierto para cuando envejecas: esa es la puerta.
Sólo que los Reyes Magos nunca traen corazones de platino.

Princesa said...

Bueno, ha sido un placer pasarme por aquí en esta mañana de curro.

MaLena Ezcurra said...

Lo que tu digas amigo..lo que tu digas.

Al leer tu relato (ejercicio) cierto bello intenso, lo asocie con 21 gr. ese sutil descenso que tenemos al dejar la vida.

Sorry Persio, pero es asi.

Se enlaza el medio gramo con los veintiuno, en algun punto, no?

:*


Besos soleados para todos.

La puta que no te parió said...

Digamos que a 42 dosis de 1/2 gramo se enlazan de inmediato!
Ahora, en tal caso ¿Se ganan o se pierdebn 21grs?