Tuesday, August 15, 2006

Furia paranoica (V): Sin Cuentos de Hadas (Ficción)




Me entró un terror inmenso sintiéndome rodeado por las cuatro paredes que me acechaban prometiendo estrujarme hasta hacerme espirar el último aliento. Así que decidí salir a pasear. Imaginaba que mezclarme con la marabunta de la calle rompería el desacato que mi alma envilecida proponía al juez de mi conciencia. Eran las diez de la mañana y hacia calor. No había nadie en la calle.

Caminé avenida arriba y crucé el parque donde los niños suelen salir a jugar. Allí estaban, ausentes de maternidad, con las piernas y los brazos cubiertos de barro, quemando el plumaje azul de un pájaro medio enterrado en el suelo. Sus vítores y risas me hicieron acercarme a la pequeña orgía de destrucción. Pude fijarme en sus sonrisas dantescas, en sus ojos dementes, en sus lenguas llameantes. Me sacó de la horrible visión un toqueteo familiar entre las piernas. Debía tener diez o doce años y mientras sus sucias manos me sobaban, escuché:

-No pienses en la pérdida de la inocencia. Fóllame, o acaso no has sido tocado por la helada luz de la mañana.

Salí corriendo espantado, tan rápido como me dieron las piernas, con sus risas detrás. Aun con su “dónde crees que vas” no pude girarme, ni quise tener la certeza de lo que me acababa de pasar. El calor empezó a sofocarse.

Así que con un bulto en el pantalón seguí corriendo hasta salir de aquel lugar e ir a parar a un camino de tierra por el que nunca pasa nadie. El cesar en el canto de las cigarras me puso en aviso de que mi presencia no era bien recibida allí. Completé un trecho del camino y empecé a vislumbrar a una pareja de enamorados que se me antojaron retozando sobre un banco de piedra. Acercándome a ellos, timorato y dispuesto a pasar de largo dejando atrás pasiones ajenas, volví a apretar el paso. Entonces, bajo mis pies, el suelo comenzó a agrietarse y pude sentir como mi olfato despertaba con el olor a sangre. Torcí la vista y observé mejor. Pude escuchar los gritos sordos, el banco hacerse añicos, el sudor frío de la bestia machacando los tiernos huesos del ángel. Pude imaginar los moratones, los esfuerzos por decirle que le quería, que se arrepentía de algo que no había hecho, que no volvería a pasar. Casi llegó a mi nariz la orina bajando por sus pantalones y el dolor, el inmenso dolor…Ella me miró cómplice, me guiñó un ojo y con la mueca torcida de su sonrisa, escuché:

-No pienses en los sueños truncados. Pégame tú también, o acaso no has sido tocado por la helada luz de la mañana.

Se me subió el corazón a la garganta y el pulso me golpeó en la sien. Huí como un animal de aquella paliza crepuscular con un sudor gélido empapando mi ropa. Con la vista nublada y aun con su “dónde crees que vas” no acepté la invitación de su voz y escapé entre sollozos y gemidos quebrados. El frió cada vez era más intenso.

Así que a lomos de la agonía subí exhausto la peor de las cuestas timbrándome los tímpanos por lo que acababa de pasar. No volví a abrir los ojos hasta que sentí de cerca el último recodo del camino. Y allí lo encontré. Cubierto de harapos malolientes me convenció para que abriese los ojos; y así lo hice. Me sentí morir al fijarme en su ceguera, en lo ralo de su pelo, en la ausencia de dientes en sus encías, en sus jirones de carne sobre los huesos, en su curvatura, en su mudez, en la absoluta carencia de sentimientos y matices de su voz. Aquel fantasma me habló, y escuché:

-No sigas corriendo, has llegado al final del camino. Mira a quien quiso aferrarse a la paz, a la inocencia, al consuelo, a la buena voluntad, a la pasión conyugal, a la vida, al mundo, a la verdad, al cambio, a la esperanza. Observa a quien no quiso creer en la mentira, en el vacío, en las balas que se cuelan en el alma…

El imán de su voz muda impidió que me hiciese cargo de la situación que se desataba sobre los fértiles campos lindantes. Una fina cortina de copos cubría y mataba los secos pastos de un campo en el que las flores exhalan cada vez menos olor y la hierba se quema sin remisión. La nevada se hizo más intensa y un blanco terror asolador fue la única manta que quedó bajo la que abrigarse.

-Mira a quien buscó un corazón al que darle todo el amor que llevaba dentro. Mírate, soy tú, soy cada uno de vosotros. Soy la conformidad, la luz invernal. Y tengo algo para ti.

No quise escuchar más y me dispuse a regresar, pero sintiéndome reo de mi propia vida permanecí parado y vi como en su mano un trozo de carne envuelto en papel de plata se mostraba ante mí.

-Es tu corazón. Puedes partir sin él y habitar en ese mundo que conoces. Sin hacer preguntas, sin remordimientos. Haciendo oídos sordos, mirando hacia otro lado. Cargaré con el lastre del amor, de la culpa, del pecado. Mantendré limpio el espejo para que cada dia te mires convencido de que haces lo correcto. Serás feliz.

Pero si lo coges ahora volverás así, como yo, al final del camino.

Así que con las piernas flaqueando y sin aliento me giré, intenté volver sobre mis pasos, acurrucarme junto al calor perdido, sacarme de encima los crudos puñales clavados en el pecho. Y en medio del trayecto de vuelta a mis cuatro paredes opresoras volvió a alzarse su voz. Me volví a parar, sin decidirme entre los dos caminos que me ofrecía recorrer, y a su última pregunta no supe que contestar:

-¿Dónde crees que vas, piensas que siempre podrás escapar de la helada luz de la mañana?

8 comments:

La puta que no te parió said...

Sí se siente, Ud. lo sabe, pero cuantas veces quiera preguntarlo no me cansaré de respoderle.
Ups! esta respuesta era del post anterior, no importa le responedré este en el siguiente para no desordenar el tiempo, ja ja!
Le mando un beso y no pregunto nada que por lo visto ya le han preguntado demasiado esta mañana.

eggy said...

Guau, qué mañana movida. Decisiones; abrir los ojos o cerrarlos, sentir o no animarse, desnudarse o escudarse.
Para cualquier alternativa, el cobarde siempre tiene palabras de consuelo: "valiente decisión" o "yo hubiera hecho lo mismo".
Aún no me decido.
Un gran relato.
Saludos.

MaLena Ezcurra said...

No se que pasa con Don Blogger, escribi escribi, te dije que algunas palabras me habian dado en el centro.

Y ahora sentia como si una gran contenedor de cemento, se hubiera derramado sobre mi.

Nada..era algo asi.

Besos a gato en la intemperie.
:** sin mirar el teclado. :**

Paula García said...

Tu relato me dejó helada... mientras avanzaba en la lectura sentí, lloré, corrí y luego.... la pregunta...
Increíble.... me encantó cada una de tus palabras.
Volveré por estos lados,
Un abrazo y gracias por tu paso por Carta Postal.

Maik Pimienta said...

Sí escapas, sin el corazón, empero. Suelo dejar el corazón los más de los días, pero la imaginación es perversa, y lo imagino en el hueco de donde lo saco, con su latido constante, para devolverme al final.

Un abrazo.

Anonymous said...

Puertas, decisiones, miedos, preguntas; una sopa psicológica en el Ello, bien caliente, para enloquecerse un poco.
Muy buenas idas y venidas, muy buen relato!

Mis abrazos!

Anonymous said...

La duda nos acecha a todos, el corazón nos destroza a todos también, pero volvemos y volvemos.
Fantástico relato.
Un beso

Alunizado said...

Biosofia:Con saber que se siente me doy por contento.Gracias por seguir pasando y leyendo mis furias,paranoias y todo lo demás,que no es poca la paciencia que hay que tener para hacerlo.

Un abrazo,guapa!

Eggy:Bienvenido,estás en tu casa.Decisiones sí,estas para mi (y supongo que para todo el mundo,o así debería ser) son de las más difíciles.Sin decirme aún,intentaré estar en el lado de los valientes aunque el cementerio esté lleno de ellos,como se suele decir.

Gracias por pasar.Te puse en links sin preguntar, ¿molesta?

Saludos!!

Malena:Cuando te paras a pensar estas cosas es normal notar ese derrame de cemento.Decisiones,qué dificil es tomarlas.Escoger el camino a seguir nunca es facil,ya lo sabes.El mio se hace más llevadero con tus visitas.

Sincronicemos ruta,besos y abrazos.

Paula:Un honor que vengas por estos lados,tuyos para lo que quieras.Tu forma de escribir me encanta.Seguiré leyendo esas cartas magnificas que relatas con tanto gusto.

Besos.

Señor Don Pimienta:Lo mismo me pasa a mi la mayoria de las veces.Pero como dices,la imaginación es perversa,y hay dias en los que dudo si meterlo dentro o dejarlo en casa.

Con gratitud por la fidelidad,un abrazo!!!

Artemis:Gracias por tus palabras,con sinceridad.Soy dado a comer sopa de vez en cuando y a dejar un poco de la misma a los comensales que venís de visita.Si gustas aqui las tendrás.

Mis besos.

Calma:Me pasé esta tarde por tu blog y quedé prendido.Gracias y besos.