Wednesday, June 14, 2006

Furia Paranoica: Copas vacias (Ficción 4)


Había tanto humo que me empezaron a escocer los ojos. Tan cargado el ambiente que me empezó a costar respirar. Sudaba, hacía tanto calor que temí no dejar sobre la silla sino una mancha enorme de grasa en medio de aquel cúmulo de almas noctámbulas errantes, vestidas de distancia y muecas de derrota.

Rehogué mi garganta, ajada de tanto suplicar, con bourbon de garrafa. Mientras, miraba como el hielo de mi pequeño pozo redentor se diluía al son que marcaban las caderas calientes de las diablas del caribe que, tacón tras tacón, ponían el precio de su ébano, del olvido de un par de horas y el orgasmo de saldo, sobre mi mesa. Yo llené de nuevo el vaso. Qué más podía hacer. Dadas las circunstancias, llenar aquel vaso de cristal arañado era lo mejor.

Pensé, que cuando estás a la deriva te limitas a hacer lo primero que no te va a dar problemas, al menos inmediatos. Huyes de cualquier compromiso o contraprestación. Remas hasta agarrotar tus brazos de puro cansancio. Te cuelgas de un estado de ser y no ser que te tiene en duermevela hasta el amanecer, y luego llega otro amanecer, y otro... Miras la vida de lejos, como si no fuese contigo, como quien ve una película sin preocuparse de entender el guión; o, tal vez, hayas escrito tú el guión y ya sabes cual es el final. Esperamos que les haya gustado, no habrá reposición.

Se quejaba con tanta melancolía entre los brazos del negro flaco aquel trozo de madera en talla de mujer que sólo podía estar allí dentro. Aquel tipo que “la llamaba” con la amargura de un gato maullando bajo la luna, que veía salir de la estación la locomotora del despecho en otra época y lugar, que rasgaba más que las cuerdas de su guitarra mi alma, haciéndola jirones, perdía el tren que yo perdí. Permanecía tan solo en el andén como yo lo hiciese unos meses antes. Caían por sus mejillas las mismas gotas que habían calado mi abrigo. No hay peor lluvia, que moje más, ni más fría, que la que te cala en una estación de lejanías.

Él era yo, y ella no volvería jamás. Volví a pensar y lo comprendí. Dentro de aquel club, a altas horas de la noche, YO estaba dentro de aquella canción. Aquel maldito blues que me hizo romper en lágrimas y pedir otra botella de desamor.

2 comments:

Maik Pimienta said...

Muy buen texto. Me ha encantado, los pelos de punta escribiéndolo supongo, no?

No te lo vas a creer, tengo listo para colgar un texto con temática oscura, e hielos que se deshacen en un vaso. Chico, estamos en la onda, que dicen. Lo verás esta tarde, espero.

Un saludo!!

Alunizado said...

Gracias,me alegra que te guste.

Los pelos como escarpias,sí,quillo.Me pasaré por tu casa a leer ese texto de temática oscura y de hielos que se deshacen.

¿Estamos en la onda? Qué suerte ¿no? ;)

Un saludo!!